TE EXTRAÑO CUANDO CAMINO...
Te extraño cuando camino
y te busco en el silencio,
porque acercaste tu risa
a mis labios tan sedientos.
Tu me diste la paciencia
regalándome el momento,
el suspiro de la luna
que dejabas en tus versos.
Y ese roce emocionado
de tus manos y tus dedos,
recorriéndome la espalda
y esculpiendo allí el deseo.
Eras una mariposa
que llegaste de muy lejos,
a encontrarte con un niño
que escribía de sus sueños.
Y por eso coincidimos
una tarde en el paseo,
mi mirada y tu mirada
y mis ojos con tu vuelo.
Te extraño, cuando camino,
al pensar, como te pienso,
que te llevo de la mano
por un parque al merendero.
Allí vemos una fuente
y unos bancos muy ligeros,
tú refrescas a tus labios
mientras abro, yo, el cuaderno.
Canta el mirlo en los pinares,
juegan niños con un perro,
y hasta puede que la niebla
se confunda con el tiempo.
Una paz nos sobrepasa,
nos inunda con sus besos,
nos alienta y nos provoca
y nos hace ser sinceros.
Y de pronto nos amamos
como niños muy hambrientos,
nuestros ojos, nuestros labios
ya susurran un "te quiero..."
"...Te extraño, cuando camino,
porque estás dentro, ¡muy dentro!,
en el fondo de mi alma
y en mi pecho tan sediento..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/06/15
y te busco en el silencio,
porque acercaste tu risa
a mis labios tan sedientos.
Tu me diste la paciencia
regalándome el momento,
el suspiro de la luna
que dejabas en tus versos.
Y ese roce emocionado
de tus manos y tus dedos,
recorriéndome la espalda
y esculpiendo allí el deseo.
Eras una mariposa
que llegaste de muy lejos,
a encontrarte con un niño
que escribía de sus sueños.
Y por eso coincidimos
una tarde en el paseo,
mi mirada y tu mirada
y mis ojos con tu vuelo.
Te extraño, cuando camino,
al pensar, como te pienso,
que te llevo de la mano
por un parque al merendero.
Allí vemos una fuente
y unos bancos muy ligeros,
tú refrescas a tus labios
mientras abro, yo, el cuaderno.
Canta el mirlo en los pinares,
juegan niños con un perro,
y hasta puede que la niebla
se confunda con el tiempo.
Una paz nos sobrepasa,
nos inunda con sus besos,
nos alienta y nos provoca
y nos hace ser sinceros.
Y de pronto nos amamos
como niños muy hambrientos,
nuestros ojos, nuestros labios
ya susurran un "te quiero..."
"...Te extraño, cuando camino,
porque estás dentro, ¡muy dentro!,
en el fondo de mi alma
y en mi pecho tan sediento..."
Rafael Sánchez Ortega ©
12/06/15
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