YA SÉ QUIÉN ME DESPERTÓ...
Ya sé quien me despertó
y me rozó por el cuello,
era tu mano tan linda
que acariciaba mi pecho.
Quizás así, me anunciara,
que espabilara hoy el sueño;
cantaban los pajarillos
en los frutales traviesos.
Es fácil que suspirara
y te arrimaste a mi cuerpo.
para acudir al rescate
de este poeta y sus versos.
Luego, sonaron campanas
con otro roce más tierno,
el del calor de tus muslos
al confluir con mi sexo.
Y no te dije que no,
quise ampliar ese tiempo,
para estrecharte en mis brazos
y estar contigo en el lecho.
No quiero que me despierten
los pétalos del momento,
ni tampoco la fragancia
del aroma que ya huelo.
Te estaba esperando, Amor,
porque me agobia el deseo,
para tenerte desnuda
y abrazadita a mi pecho.
Beso en silencio tus ojos,
tus mejillas y tu cuello,
y aunque los labios me tiemblen,
beso también a tus senos.
Y desciendo a los tobillos
por tu vientre, con mis besos,
recorriendo así tus muslos,
con la barba que ya tengo.
Yo presiento que suspiras
y de veras me estremezco,
tengo, al lado, a Dulcinea,
de un Quijote soñoliento.
Ya la lava está bajando
del volcán que llega ardiendo,
no es pecado esta agonía
de quererte estando hambriento.
Dos columnas de alabastro
me cautivan y venero,
son guardianas de la vida
y la fuente de tu templo.
Y es allí donde me hechizo
con la nube del incienso,
la pasión descontrolada
y en mis labios el deseo.
Quiero llegar hasta ti,
compartir este tormento,
este sabor agridulce
en que se unen dos cuerpos.
Más quiero seguir contigo
y dibujar lo que siento,
para cerrar bien los ojos
y luego seguirte viendo.
Así seguirán mis manos
recorriendo tus senderos,
esas colinas nevadas
que arañaré con mis dedos.
Quiero beber y catarte
y con mi lengua subiendo
para sentir a tus manos
cuando me tiran del pelo.
Recorreré muy despacio
esos caminos traviesos,
para catar tus pezones
y muy despacio lamerlos.
Siento que están madurando
y que me gritan pidiendo,
que bese sus puntas pronto
entre pellizcos y muerdos.
Tus manos en mis mejillas
me sacan del desenfreno
y me elevas a tu cara
porque en tus ojos me pierdo.
En un abrazo me envuelves
mientras tus labios saqueo,
me emborracho en tu saliva
porque en el cielo me encuentro.
Más sé que no me conformo
con la ficción y los sueños,
ya que preciso la magia
y la verdad de tu cuerpo.
Siento que bailan las letras,
entre suspiro y jadeo,
con esta orquesta invisible
del corazón de un sediento.
"...Ya sé quien me despertó
y acarició mi cabello,
era tu mano preciosa,
la que alejaba mis miedos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/15
y me rozó por el cuello,
era tu mano tan linda
que acariciaba mi pecho.
Quizás así, me anunciara,
que espabilara hoy el sueño;
cantaban los pajarillos
en los frutales traviesos.
Es fácil que suspirara
y te arrimaste a mi cuerpo.
para acudir al rescate
de este poeta y sus versos.
Luego, sonaron campanas
con otro roce más tierno,
el del calor de tus muslos
al confluir con mi sexo.
Y no te dije que no,
quise ampliar ese tiempo,
para estrecharte en mis brazos
y estar contigo en el lecho.
No quiero que me despierten
los pétalos del momento,
ni tampoco la fragancia
del aroma que ya huelo.
Te estaba esperando, Amor,
porque me agobia el deseo,
para tenerte desnuda
y abrazadita a mi pecho.
Beso en silencio tus ojos,
tus mejillas y tu cuello,
y aunque los labios me tiemblen,
beso también a tus senos.
Y desciendo a los tobillos
por tu vientre, con mis besos,
recorriendo así tus muslos,
con la barba que ya tengo.
Yo presiento que suspiras
y de veras me estremezco,
tengo, al lado, a Dulcinea,
de un Quijote soñoliento.
Ya la lava está bajando
del volcán que llega ardiendo,
no es pecado esta agonía
de quererte estando hambriento.
Dos columnas de alabastro
me cautivan y venero,
son guardianas de la vida
y la fuente de tu templo.
Y es allí donde me hechizo
con la nube del incienso,
la pasión descontrolada
y en mis labios el deseo.
Quiero llegar hasta ti,
compartir este tormento,
este sabor agridulce
en que se unen dos cuerpos.
Más quiero seguir contigo
y dibujar lo que siento,
para cerrar bien los ojos
y luego seguirte viendo.
Así seguirán mis manos
recorriendo tus senderos,
esas colinas nevadas
que arañaré con mis dedos.
Quiero beber y catarte
y con mi lengua subiendo
para sentir a tus manos
cuando me tiran del pelo.
Recorreré muy despacio
esos caminos traviesos,
para catar tus pezones
y muy despacio lamerlos.
Siento que están madurando
y que me gritan pidiendo,
que bese sus puntas pronto
entre pellizcos y muerdos.
Tus manos en mis mejillas
me sacan del desenfreno
y me elevas a tu cara
porque en tus ojos me pierdo.
En un abrazo me envuelves
mientras tus labios saqueo,
me emborracho en tu saliva
porque en el cielo me encuentro.
Más sé que no me conformo
con la ficción y los sueños,
ya que preciso la magia
y la verdad de tu cuerpo.
Siento que bailan las letras,
entre suspiro y jadeo,
con esta orquesta invisible
del corazón de un sediento.
"...Ya sé quien me despertó
y acarició mi cabello,
era tu mano preciosa,
la que alejaba mis miedos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/06/15
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