BUSQUÉ EN SILENCIO SUS MANOS...
Busqué, en silencio, sus manos
y volví con su sonrisa,
labios finos, transparentes
como un verso en la pupila.
Porque sus dedos de seda
eran pura poesía,
eran palabras y letras,
que salpicaban la vida.
Eran la luz y el misterio
de la más pura alegría,
para dejar en las almas
unos claveles con rimas.
Dicen los sabios, ancianos,
que lo que importa es la brisa,
para acercar el nordeste
con su ternura y caricias.
Busqué, en silencio, unas manos
y me encontré con las mías,
manos que ofrecen reflejos
de las batallas perdidas.
Pero el temblor, en el alma,
es una cosa sencilla,
dedos que curan y cosen
un corazón que palpita.
Un corazón, simplemente,
que se desangra y te mira,
mientras espera con ansia
una mirada tranquila.
Y así le rozan, tus dedos,
con la paciencia infinita,
para llevarle el cariño
y esa palabra precisa.
"...Busqué, en silencio, tus manos
para besarlas, mi vida,
y tú me diste mil besos,
para alegrarme, así, el día..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/10/15
y volví con su sonrisa,
labios finos, transparentes
como un verso en la pupila.
Porque sus dedos de seda
eran pura poesía,
eran palabras y letras,
que salpicaban la vida.
Eran la luz y el misterio
de la más pura alegría,
para dejar en las almas
unos claveles con rimas.
Dicen los sabios, ancianos,
que lo que importa es la brisa,
para acercar el nordeste
con su ternura y caricias.
Busqué, en silencio, unas manos
y me encontré con las mías,
manos que ofrecen reflejos
de las batallas perdidas.
Pero el temblor, en el alma,
es una cosa sencilla,
dedos que curan y cosen
un corazón que palpita.
Un corazón, simplemente,
que se desangra y te mira,
mientras espera con ansia
una mirada tranquila.
Y así le rozan, tus dedos,
con la paciencia infinita,
para llevarle el cariño
y esa palabra precisa.
"...Busqué, en silencio, tus manos
para besarlas, mi vida,
y tú me diste mil besos,
para alegrarme, así, el día..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/10/15
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