ESCUCHO LOS SILENCIOS DE LAS ALMAS...
Escucho los silencios de las almas
y siento la pasión de las mareas,
hay mucha soledad en esta noche
que trata de perderse en nuestras venas.
Hay hombres que se quedan embobados
mirando fijamente a las estrellas,
y niños soñolientos que en sus casas,
descubren una flor en sus libretas.
Marinos que bregaron por los mares
buscando entre el salitre las sirenas,
pequeños que alimentan con lecturas
el ansia de vivir, en su inocencia.
...Y mientras yo me quedo pensativo
sabiendo que la noche no es eterna,
tampoco los deseos de la carne
que el tiempo nos apremia y nos aleja.
Escucho los silencios de las almas
y tiemblo como humilde marioneta,
me abrazan sus arpegios y sus notas
y siento las caricias que me dejan.
Hay unas mariposas invisibles
que pasan, que saludan y que vuelan,
las noto cuando rozan mis entrañas
y arrancan mil gemidos de sus cuerdas.
Las cuerdas de la música sin nombre,
violines que querían ser trompetas,
el beso sin igual de las cigarras
y el dulce susurrar de las palmeras.
...Y en tanto yo camino tras tus pasos
y veo que retornas, cenicienta,
al mundo de los sueños infantiles
en busca de esa flor quizás eterna.
"...Escucho los silencios de las almas
desnudos por amor y sin cadenas,
y escucho los suspiros de mis labios
que ansían el amor y tu presencia..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/09/13
y siento la pasión de las mareas,
hay mucha soledad en esta noche
que trata de perderse en nuestras venas.
Hay hombres que se quedan embobados
mirando fijamente a las estrellas,
y niños soñolientos que en sus casas,
descubren una flor en sus libretas.
Marinos que bregaron por los mares
buscando entre el salitre las sirenas,
pequeños que alimentan con lecturas
el ansia de vivir, en su inocencia.
...Y mientras yo me quedo pensativo
sabiendo que la noche no es eterna,
tampoco los deseos de la carne
que el tiempo nos apremia y nos aleja.
Escucho los silencios de las almas
y tiemblo como humilde marioneta,
me abrazan sus arpegios y sus notas
y siento las caricias que me dejan.
Hay unas mariposas invisibles
que pasan, que saludan y que vuelan,
las noto cuando rozan mis entrañas
y arrancan mil gemidos de sus cuerdas.
Las cuerdas de la música sin nombre,
violines que querían ser trompetas,
el beso sin igual de las cigarras
y el dulce susurrar de las palmeras.
...Y en tanto yo camino tras tus pasos
y veo que retornas, cenicienta,
al mundo de los sueños infantiles
en busca de esa flor quizás eterna.
"...Escucho los silencios de las almas
desnudos por amor y sin cadenas,
y escucho los suspiros de mis labios
que ansían el amor y tu presencia..."
Rafael Sánchez Ortega ©
08/09/13
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