ME HEMIRADO LA CARA AL ESPEJO...


Me he mirado la cara al espejo
y ahí he visto los años que pasan,
las arrugas grabadas y surcos,
por un tiempo que llega y se marcha.

He sentido el rubor de los niños
al notar que mi mano temblaba,
pues los dedos tan firmes de antaño
ahora son cenicientas gastadas.

Mas he visto la luz en el fondo,
la que llevan los hombres que aman,
los que viven quizás día a día,
sin temer los reveses del alma.

Porque somos cautivos del tiempo
y venimos y vamos al alba,
a ese tiempo que nunca termina,
donde corre la vida sin pausa.

Y seremos, tal vez, inmortales
en un mundo de eterna esperanza,
donde solo se quedan los sueños
prisioneros sin voz y sin barca.

Es la vida sencilla que llega,
es la hora que marca la aldaba,
la llamada perpetua del hombre
a una muerte, quizás, anunciada.

Y se quedan los árboles mudos,
y se agotan también las palabras,
porque viene la sombra siniestra
que nos lleva con prisa a la nada.

Más no quiero partir de este mundo
renunciando a sutiles fragancias,
ni al olor de ese cuerpo tan lindo,
ni al sabor de tu fresa preciada.

Quiero amar, una vez, todavía,
quiero ser ese niño sin causa,
quiero oír el latir de tu pecho
al besar unos labios de plata.

Rafael Sánchez Ortega ©
La Palma, 16/09/13

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