LA CASA VACÍA...



La casa vacía,
los perros ladrando,
y tú, por la acera,
buscando mi mano.
Buscabas la vida,
quizás un ocaso,
un beso furtivo
pedían tus labios.
Y allí, de repente,
te tuve en mis brazos,
tan tierna, tan linda
y casi llorando.
Sentías nostalgia
de mares y barcos,
de playas sin nombre
con piedras y cantos.
Tenías morriña
de bosques y prados,
de trenes sin rumbo
marchando lejanos.
Muy cerca, la sombra,
tranquila de un árbol,
atenta extendía
su alfombra en el acto.
Y allí nos unimos,
y allí nos besamos,
sellando en un beso
los sueños dorados.
La paz de las almas,
los guiños tan claros,
la voz de los ángeles
vestidos de blanco.
Dejaban sonrisas
los labios temblando,
y en ellos nacían
dos rosas de mayo.

Rafael Sánchez Ortega ©
03/04/14

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