ME GUSTAN LAS FLORIDAS MADRESELVAS...


Me gustan las floridas madreselvas
igual que los cipreses encantados,
las unas tienen gracia y simpatía,
los otros seriedad de campo santo.

No quiero discurrir por los caminos
que emplean la metáfora y el arco,
ni quiero sensaciones agridulces
en esta primavera en que me hallo.

Por eso escribiré de las estrellas,
en versos imperfectos y rayados,
y luego subiré hasta la atalaya
a ver el horizonte tan lejano.

Abajo dejo el "páramo" que, un día,
regara el "chacolí" de tantos vasos,
en ellos los viñedos eran parte
de un tierno florecer en los veranos.

***

No puedo sustraerme a la belleza
del mar verdeazulado y de su forma,
con olas bien rizadas y elegantes
que llegan muy tranquilas a la costa.

Parece que una pluma, desde el cielo,
dibuja estos bocetos, en la sombra,
susurra tan ardiente maravilla
de labios invisibles de una boca.

Confieso mi sorpresa, ante el misterio,
del cuadro y de la imagen asombrosa,
en medio de la paz de la campiña
que puedo disfrutar en estas horas.

Recuerdo a los viajeros de otros tiempos,
poetas y escritores con sus notas,
quedando ensimismados con sus letras
que luego transformaban en palomas.

Confieso que yo estoy enamorado
y es de San Vicente esta victoria,
su puebla centenaria me estremece
dejando en La Barquera miel y rosas.

Aspiro, sin rubor, en la capilla
el fresco irreverente de sus sombras,
y rezo, como rezan los marinos,
la salve marinera y salvadora.

Le pido a La Barquera nos proteja,
nos tome en su barquía tan hermosa,
nos lleve por los mares tan celestes
a un mundo diferente y sin derrotas.

"...Me gustan las floridas madreselvas
y quiero que se queden orgullosas,
la Virgen las contempla sonriente
y yo me quedó allí, junto a las olas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
04/04/14

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