UNAS MANOS INVISIBLES...


Unas manos invisibles me decían
que adelante,
que siguiera mi camino,
que rompiera las cadenas del pasado
que me ataban a ese tiempo,
ya marchito y caducado,
de una antigua primavera.

Otras manos invisibles me empujaban
y animaban hacia el alba,
a una larga caminata por la vida,
sorteando mil senderos por caminos tortuosos.

Yo llevaba un equipaje muy liviano,
con la ropa y los enseres, en un bolso,
con el alma dolorida por el llanto
y las manos temblorosas
al faltarles la caricia de otras manos.

Yo también me despedía de un pasado,
con los globos de colores que colgaban
a mi espalda, en un acto de repulsa
hacia un tiempo que moría,
y también con la esperanza renovada
de llegar hasta un destino
donde viera mariposas en los campos,
y también donde otros niños se miraran
a los ojos
y jugaran en los parques.

Porque todo renacía con la "luz difuminada"
de mis ojos,
que vagaban por la vida tras la luz
que se iniciaba con el alba,
en un rumbo paralelo, al de la vía
de los trenes
y a los postes del telégrafo
que corrían junto a ella.

Yo quería que esa luz no se escapara
y se marchara,
y quería su calor y la alegría luminosa
que dejaban,
y quería los colores, que se funden,
y se pierden más allá del horizonte.

Porque esa luz, tan especial y diferente,
es la que quiero para ti,
(vida querida)
para entregártela en mis labios,
y que a través de ellos te emborraches
y te embriagues
y te quedes soñolienta
entre sus brazos.

Y es que, la luz, es el preludio
de los sueños
y también de la locura que me embarga,
y quisiera que la misma nos cubriera
con su manto,
nos dejara el dulce aroma de los besos,
y también ese temblor, irreverente,
con que envuelve los sentidos
cuando llega hasta su ocaso
la preciosa poesía.

"...Unas manos invisibles me decían
que adelante,
que la vida continúa y no se para,
que si acaso los cometas vagan solos
en la noche,
y saludan a su paso a las estrellas,
porque son como esas lágrimas rebeldes
que nacieron de la vida y de los hombres,
que surgieron de sus versos
y buscaban las respuestas y la luz
que no existía,
y que al fin, allí quedaron,
en un verso inmaculado,
esperando que una mano los recoja
y los dé vida,
con un beso de sus labios..."

Rafael Sánchez Ortega ©
29/03/14

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