LA NOCHE SABE...
La noche sabe, y entiende,
descifrar tantos misterios
y comprender a los hombres
y consolar a los necios.
Porque los niños precisan
muchas sonrisas y besos,
con los abrazos sin nombre
que hagan vibrar a sus cuerpos.
Y es que los niños son niños
con su inocencia y misterios,
con su carita asustada
y su especial embeleso.
Por eso buscan los labios
y la sonrisa entre ellos,
de la figura querida
que entrega paz y consuelo.
La noche sabe de amores
y de fracasos y sueños,
siendo un conjunto de escenas
donde se pierden los cuerdos.
Porque al llegar la mañana
pronto despierta al silencio,
la madrugada y la brisa,
con el nordeste violento.
Y es el que roza la cara,
es el que besa sin freno,
el que desnuda sin prisas
los corazones sedientos.
Y así comienzan los ciclos
de peregrinos sin miedo,
de los Quijotes en marcha
con los molinos de viento.
La noche sabe a petunias
y a caracoles sin dueño,
a Peter Panes altivos
y a Rocinantes sin freno.
Pero yo ansío tu risa,
el palpitar de tu seno,
ese temblor de tus labios
y hasta el candor de tus dedos.
Porque preciso tu vida
y yo sin ella me muero,
ya que tu sangre es mi sangre
y tus caricias mi aliento.
No me abandones mi niña,
en este duro desierto,
porque yo quiero ir contigo
para dormir en el cielo.
"...La noche sabe a la noche
y yo con ella me quedo,
con tu sonrisa divina
y esos ojitos tan tiernos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
15/07/14
descifrar tantos misterios
y comprender a los hombres
y consolar a los necios.
Porque los niños precisan
muchas sonrisas y besos,
con los abrazos sin nombre
que hagan vibrar a sus cuerpos.
Y es que los niños son niños
con su inocencia y misterios,
con su carita asustada
y su especial embeleso.
Por eso buscan los labios
y la sonrisa entre ellos,
de la figura querida
que entrega paz y consuelo.
La noche sabe de amores
y de fracasos y sueños,
siendo un conjunto de escenas
donde se pierden los cuerdos.
Porque al llegar la mañana
pronto despierta al silencio,
la madrugada y la brisa,
con el nordeste violento.
Y es el que roza la cara,
es el que besa sin freno,
el que desnuda sin prisas
los corazones sedientos.
Y así comienzan los ciclos
de peregrinos sin miedo,
de los Quijotes en marcha
con los molinos de viento.
La noche sabe a petunias
y a caracoles sin dueño,
a Peter Panes altivos
y a Rocinantes sin freno.
Pero yo ansío tu risa,
el palpitar de tu seno,
ese temblor de tus labios
y hasta el candor de tus dedos.
Porque preciso tu vida
y yo sin ella me muero,
ya que tu sangre es mi sangre
y tus caricias mi aliento.
No me abandones mi niña,
en este duro desierto,
porque yo quiero ir contigo
para dormir en el cielo.
"...La noche sabe a la noche
y yo con ella me quedo,
con tu sonrisa divina
y esos ojitos tan tiernos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
15/07/14
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario