YA SÉ...
Ya sé que puede parecer que los poetas
son como todo el mundo
y que sus deseos son los mismos que todas
las personas desean,
pero hay algo diferente en su forma de ser,
en su mirada y en su manera de sentir
y eso no sé si es bueno o malo
y es que, en mi caso,
quizás como ese poeta que puedo ser
y llevar en el alma,
me gusta soñar cada instante del día
y tratar de hacerlo realidad.
Lo bueno y lo malo de mis sueños es, que en ellos,
estás tú, desde hace tiempo,
y por eso es inevitable que cuando sueñe
vengas conmigo y vueles si yo vuelo,
que navegues por el mar si voy en mi velero
o que contemples la distancia desde una cumbre
si yo estoy allí, mirando al infinito.
Por eso, cuando te hablo,
con esa voz semiapagada de las tardes soñolientas,
y en las noches, entre el humo del cigarro
que se apaga,
yo te digo lo que me gustaría hacer y no hacer
cuando estemos juntos,
y trato de envolverte en esa "magia"
que desearía nos cubriera entonces,
para ser nosotros mismos,
esos niños que en el fondo del alma
están y existen en ella,
esperando quizás poder salir a la luz.
Y es entonces cuando te hablo de escribir
y compartir un poema
y un relato entre los dos,
pero no lo hago para emular ni recordar
viejas historias de mi vida,
sino para crear y tejer un sueño contigo,
una nueva vivencia, una gestación inédita
que sepamos concebir, procrear y dar forma
y hacerlo realidad.
De la misma manera te hablo de que me gustaría
que leyeras mis poemas
para escuchar tu voz infantil
y llena de ternura
y que los sintieras profundamente,
para darlos vida y forma, a tu manera,
aunque ya sé que es así y que lo haces
en tu interior,
pero me gustaría verlos cobrar vida en tus labios
para poder ir robando letra a letra, de los mismos,
las cerezas y fresas compartidas
y, con ellas, confeccionar nuevos versos
que conseguirán estremecerme mientras te escucho
y te contemplo,
desnuda, en cuerpo y alma, sobre una nube de cristal,
en nuestros sueños.
Es entonces cuando una sacudida recorrerá mi cuerpo
y una voz me dice y me pide que la luz
llegue hasta lo oscuro del alma
y que me ciegue,
para que extienda las manos
y busque entre las sombras tu imagen
y tu cuerpo,
para que palpe y sienta el calor de tu piel
entre ellas,
el escalofrío sutil de tus senos,
y el suspiro silente que sale de tus labios,
y cuando esto suceda note el abrazo envolvente
de esa luz, con tu amor,
que penetre por mis venas.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/07/14
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