EN UNA TARDE FRÍA...


En una tarde fría
de un junio soñoliento,
sentí que te marchabas
dejándome en silencio.

Sentí que te perdía,
así como a tus besos,
la risa de tus labios
y el roce de tus senos.

Temblé como los niños
que sienten tanto miedo,
quizás por tantas causas
y acaso sin saberlo.

Temblé como los tontos
amantes y locuelos,
románticos perdidos
que forjan muchos sueños.

En una tarde fría
lloré ya, sin remedio,
tus huellas se alejaban
y yo quedaba quieto.

Parado en el camino,
mi mano en el pañuelo
los ojos destilando
dos lágrimas y un verso.

Un verso que tenía
la sangre y el recuerdo,
de días y de noches
vividos y riendo.

...Que fuimos muy felices
es algo que yo asiento,
y digo más que nunca
que fuiste quien yo quiero.

En una tarde fría
te fuiste con el viento,
quizás para otros mares
o puede que a otros puertos.

No sé cómo el destino
trazó tal desafuero,
ni sé bien las razones
de irte así, muy lejos.

Muy lejos de mi vida
y acaso del infierno,
donde estará mi alma
mirando y ya no viendo.

No viendo la alegría,
la vida en los alberos,
ni viendo a tu figura
rozada por mis dedos.

En una tarde fría
murieron tantos sueños,
siguiendo tus pisadas
marchando hacia el destierro.

Rafael Sánchez Ortega ©
13/07/14

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