SE PERDIERON LOS VELOS...
Se perdieron los velos
y perdí la inocencia
y salieron con prisas
las caretas al sol.
Pero fueron tus manos,
dibujando serenas,
las que hicieron milagros
sin causarme rubor.
Eran noches distintas
de una edad soñolienta,
era un circo sin carpa
y payasos sin rol.
Porque todo en la vida
tiene un poco de crema,
y una nata difusa
de agradable sabor.
Se pasaron los años
y también la conciencia,
se perdió entre las nubes
y quizás se durmió.
Pero arriba, en lo alto,
titilaban estrellas,
y una luna dormida
se asomaba al balcón.
En el muelle los hombres,
arrimaban traineras,
y sacando sus remos
entonaban canción.
Eran sones divinos,
de un bogar a la pesca,
donde el remo y tolete
chirriaban los dos.
Se durmieron las ranas
en la eterna ribera
de aquel río sin nombre
y el verano pasó.
Y de pronto un muchacho,
aprendiz de poeta,
con sus ojos tan lindos
nos dejó su candor.
Eran versos de antaño
a preciosas princesas,
a piratas ceñudos
y a tabernas con ron.
Y la luna de invierno,
como era coqueta,
al oír estos versos
sin quererlo lloró.
"...Se perdieron los miedos
y también las tristezas
porque a un niño, la luna,
sus ojitos besó..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/02/15
y perdí la inocencia
y salieron con prisas
las caretas al sol.
Pero fueron tus manos,
dibujando serenas,
las que hicieron milagros
sin causarme rubor.
Eran noches distintas
de una edad soñolienta,
era un circo sin carpa
y payasos sin rol.
Porque todo en la vida
tiene un poco de crema,
y una nata difusa
de agradable sabor.
Se pasaron los años
y también la conciencia,
se perdió entre las nubes
y quizás se durmió.
Pero arriba, en lo alto,
titilaban estrellas,
y una luna dormida
se asomaba al balcón.
En el muelle los hombres,
arrimaban traineras,
y sacando sus remos
entonaban canción.
Eran sones divinos,
de un bogar a la pesca,
donde el remo y tolete
chirriaban los dos.
Se durmieron las ranas
en la eterna ribera
de aquel río sin nombre
y el verano pasó.
Y de pronto un muchacho,
aprendiz de poeta,
con sus ojos tan lindos
nos dejó su candor.
Eran versos de antaño
a preciosas princesas,
a piratas ceñudos
y a tabernas con ron.
Y la luna de invierno,
como era coqueta,
al oír estos versos
sin quererlo lloró.
"...Se perdieron los miedos
y también las tristezas
porque a un niño, la luna,
sus ojitos besó..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/02/15
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