UNOS MOLINOS DE VIENTO...
Unos molinos de viento.
una tranquila llanura
y en el cielo las estrellas
acompañando la luna.
Unos chopos junto al río
le inundaban de ternura,
y en la orilla muchas garzas
que buscaban la laguna.
Unas nubes juguetonas
estiraban su blancura
y cubrían con su encanto
los caminos y las rutas.
Unas sombras sinuosas
por cunetas y por dunas,
escribían sin saberlo
unos versos con su pluma.
Unos bancos en el parque
con palomas que se juntan,
a los pies de los ancianos
por las migas sin preguntas.
Unos niños van a clase
con sus caras tan menudas,
de ese sueño que les cierra
las pestañas diminutas.
Unas lanchas en la ría
con sus velas hoy desnudas,
y aquel halo de tristeza
que destila su figura.
Unas caras sonrientes,
unas rosas en la blusa,
unos labios temblorosos
y otros labios que no dudan...
...Y allí en medio está el poeta
con su frente tan ceñuda,
observando aquel poema
que renace de sus brumas.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/15
una tranquila llanura
y en el cielo las estrellas
acompañando la luna.
Unos chopos junto al río
le inundaban de ternura,
y en la orilla muchas garzas
que buscaban la laguna.
Unas nubes juguetonas
estiraban su blancura
y cubrían con su encanto
los caminos y las rutas.
Unas sombras sinuosas
por cunetas y por dunas,
escribían sin saberlo
unos versos con su pluma.
Unos bancos en el parque
con palomas que se juntan,
a los pies de los ancianos
por las migas sin preguntas.
Unos niños van a clase
con sus caras tan menudas,
de ese sueño que les cierra
las pestañas diminutas.
Unas lanchas en la ría
con sus velas hoy desnudas,
y aquel halo de tristeza
que destila su figura.
Unas caras sonrientes,
unas rosas en la blusa,
unos labios temblorosos
y otros labios que no dudan...
...Y allí en medio está el poeta
con su frente tan ceñuda,
observando aquel poema
que renace de sus brumas.
Rafael Sánchez Ortega ©
05/02/15
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