HE SABIDO QUE DUERME EL OTOÑO...


He sabido que duerme el otoño
y que llega, de pronto, el invierno,
no son fechas, quizás, apropiadas,
pero son los designios del cielo.

Y es así que el otoño menguante,
cuando el sol deja rayos ligeros,
se presentan rabiando los fríos
que agudizan, temblando, los cuerpos.

Y de pronto resurge otro otoño,
que nos dice que sigue despierto,
que el inverno cruel, prematuro,
ha llegado, tal vez, con el viento.

Nos engañan los bellos colores
pero no el corazón de ese pecho,
ya que tiene el latido constante
que nos hace sentir lo que vemos.

Yo quisiera que el roble del bosque
su corteza cubriera con hielo,
y también a las hayas coquetas
y a la encina que duerme entre ellos.

Es posible que tiemble la aurora
y que el lirio se incline con miedo,
y hasta el hada se esconda en su casa
y se guarde la magia con celo.

Pero puede que pasen los días
y el otoño renazca de nuevo,
con la nieve brillando en las cumbres
y esos cielos de azul tan intenso.

Que el invierno precoz se retire,
y también el sutil pregonero,
que destila "que vienen los fríos"
por la boca que cierran los témpanos.

"...He sabido que duerme el otoño
pero no el corazón que yo quiero,
a pesar que el invierno se anuncia,
para ser receptor de mis besos..."

Rafael Sánchez Ortega ©
03/11/16

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