ME ENCANTA LA CANCIÓN DE LOS FLAMENCOS...
Me encanta la canción de los flamencos,
aquella que grabaron en las aguas;
un lago celestial bien la conserva
y ofrece sus sonidos y tonadas.
Preludio de una música sin nombre,
de picos que rasgaban en las arpas,
y abajo, entre los árboles del bosque,
dos pechos escuchando las baladas.
El musgo se acrecienta en la ribera,
las luces y las sombras se contagian,
un marco de belleza indescriptible
desprende un colorido que te abraza.
Suspiran los rincones de los cuerpos,
se llenan los resquicios de las almas,
y en esa simetría irreverente,
los hombres abandonan la nostalgia.
Abundan las nevadas en el bosque
y el manto blanquiazul en las montañas,
reflejo de los cielos y la nieve
que luego por los ríos se derrama.
Es tierno el alimento de los lagos,
con agua de la nieve muy filtrada,
el aire tan perfecto y cristalino
y el canto del flamenco en sus andanzas.
Incluso una cabaña pequeñito
aporta su granito de esperanza,
mil sueños de ilusión y fantasía
le llevan a los hombres con su estampa.
En un embarcadero, junto al lago,
espera con sus remos una barca,
quizás para enviar a su destino
el beso, soñador, de quien te habla.
"...Me encanta la canción de los flamencos
y el vuelo de los mismos con sus alas;
parecen un susurro de los dioses
rompiendo los esquemas de la nada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/17
aquella que grabaron en las aguas;
un lago celestial bien la conserva
y ofrece sus sonidos y tonadas.
Preludio de una música sin nombre,
de picos que rasgaban en las arpas,
y abajo, entre los árboles del bosque,
dos pechos escuchando las baladas.
El musgo se acrecienta en la ribera,
las luces y las sombras se contagian,
un marco de belleza indescriptible
desprende un colorido que te abraza.
Suspiran los rincones de los cuerpos,
se llenan los resquicios de las almas,
y en esa simetría irreverente,
los hombres abandonan la nostalgia.
Abundan las nevadas en el bosque
y el manto blanquiazul en las montañas,
reflejo de los cielos y la nieve
que luego por los ríos se derrama.
Es tierno el alimento de los lagos,
con agua de la nieve muy filtrada,
el aire tan perfecto y cristalino
y el canto del flamenco en sus andanzas.
Incluso una cabaña pequeñito
aporta su granito de esperanza,
mil sueños de ilusión y fantasía
le llevan a los hombres con su estampa.
En un embarcadero, junto al lago,
espera con sus remos una barca,
quizás para enviar a su destino
el beso, soñador, de quien te habla.
"...Me encanta la canción de los flamencos
y el vuelo de los mismos con sus alas;
parecen un susurro de los dioses
rompiendo los esquemas de la nada..."
Rafael Sánchez Ortega ©
04/03/17
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