NO PUEDE OSCURECERSE EL UNIVERSO...
No puede oscurecerse el universo
dejándome a la luna en las tinieblas;
precisa del latido y las señales
que mandan, por la noche, las estrellas.
La luna los recoge con cuidado
y luego nos envía su belleza,
haciendo que los hombres y los niños
se ausenten unas hora de la tierra.
Los sueños de la luz y la esperanza
consiguen aplacar muchas tormentas,
igual que las caricias invisibles
del rayo de la luna que nos vela.
Dejemos a las brumas encerradas
gozando de la noche sempiterna,
aquella que florece en un momento
y queda prisionera en nuestras venas.
Preciosa carcelera de los cielos,
lunita plateada tan coqueta,
retira de mis ojos parpadeantes
la lágrima surgida en tu presencia.
No quiero que me veas las pupilas,
rosadas y sin luz en esta escena,
el llanto de los niños es lejano,
los hombres, cuando lloran, es de veras.
Por eso te confío mis secretos,
te cuento travesuras y rabietas,
te hablo de paseos junto al lago
igual que de los besos en la iglesia.
Yo encuentro entre tus rayos la ternura,
princesa de mi infancia y mis poemas,
por eso yo preciso tu sonrisa
y el beso que en la noche siempre dejas.
"...No puede oscurecerse el universo
dejando las violetas entreabiertas,
las almas hoy precisan de tus rayos,
lunita encantadora, y de tu fuerza..."
Rafael Sánchez Ortega ©
14/03/17
dejándome a la luna en las tinieblas;
precisa del latido y las señales
que mandan, por la noche, las estrellas.
La luna los recoge con cuidado
y luego nos envía su belleza,
haciendo que los hombres y los niños
se ausenten unas hora de la tierra.
Los sueños de la luz y la esperanza
consiguen aplacar muchas tormentas,
igual que las caricias invisibles
del rayo de la luna que nos vela.
Dejemos a las brumas encerradas
gozando de la noche sempiterna,
aquella que florece en un momento
y queda prisionera en nuestras venas.
Preciosa carcelera de los cielos,
lunita plateada tan coqueta,
retira de mis ojos parpadeantes
la lágrima surgida en tu presencia.
No quiero que me veas las pupilas,
rosadas y sin luz en esta escena,
el llanto de los niños es lejano,
los hombres, cuando lloran, es de veras.
Por eso te confío mis secretos,
te cuento travesuras y rabietas,
te hablo de paseos junto al lago
igual que de los besos en la iglesia.
Yo encuentro entre tus rayos la ternura,
princesa de mi infancia y mis poemas,
por eso yo preciso tu sonrisa
y el beso que en la noche siempre dejas.
"...No puede oscurecerse el universo
dejando las violetas entreabiertas,
las almas hoy precisan de tus rayos,
lunita encantadora, y de tu fuerza..."
Rafael Sánchez Ortega ©
14/03/17
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