ME ROBA LA CARICIA DE LA VIDA...
Me roba la caricia de la vida,
el rayo que despunta con el sol,
entonces me detengo y soy consciente
que el mundo es una eterna confusión.
La rosa inmaculada se ha dormido
ajena a los combates y al dolor,
no temas mariposa que en tu vuelo
el cielo se ha teñido de carbón.
Planean las gaviotas en la costa
y danza, en la campiña, el girasol,
ajenas se divierten las muchachas
que ofrecen sus canciones con candor.
Me digo que los sueños son finitos
y tienen una capa de cartón,
que adentro, corazones extasiados
emulan a los ecos del tambor.
Me robas el frescor del camposanto,
las lágrimas ocultas y el perdón,
ignoras que allí dentro los cipreses
hoy lloran con auténtico fervor.
Me quedo sin tus besos y tus labios
y pienso que he perdido la razón,
ignoro por qué va tan despacito
la aguja deliciosa del reloj.
Se paran los segundos un instante
y el niño se transforma en un león,
no teme los vaivenes del destino
y siente la caricia del amor.
Por eso sin cartera y sin chaqueta
el alma no confunde la oración,
bien sabe de los rezos de la tarde,
que un día, en cualquier parte, te entregó.
"...Me robas la ternura del momento,
el verso incandescente de la flor,
y entonces yo me quedo pensativo,
y siento que perdí tu corazón..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/17
el rayo que despunta con el sol,
entonces me detengo y soy consciente
que el mundo es una eterna confusión.
La rosa inmaculada se ha dormido
ajena a los combates y al dolor,
no temas mariposa que en tu vuelo
el cielo se ha teñido de carbón.
Planean las gaviotas en la costa
y danza, en la campiña, el girasol,
ajenas se divierten las muchachas
que ofrecen sus canciones con candor.
Me digo que los sueños son finitos
y tienen una capa de cartón,
que adentro, corazones extasiados
emulan a los ecos del tambor.
Me robas el frescor del camposanto,
las lágrimas ocultas y el perdón,
ignoras que allí dentro los cipreses
hoy lloran con auténtico fervor.
Me quedo sin tus besos y tus labios
y pienso que he perdido la razón,
ignoro por qué va tan despacito
la aguja deliciosa del reloj.
Se paran los segundos un instante
y el niño se transforma en un león,
no teme los vaivenes del destino
y siente la caricia del amor.
Por eso sin cartera y sin chaqueta
el alma no confunde la oración,
bien sabe de los rezos de la tarde,
que un día, en cualquier parte, te entregó.
"...Me robas la ternura del momento,
el verso incandescente de la flor,
y entonces yo me quedo pensativo,
y siento que perdí tu corazón..."
Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/17
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