CONFÍA EN EL VALOR DE LA PALABRA...
Confía en el valor de la palabra
y olvida las promesas y mentiras,
se dicen y prometen tantas cosas
que algunos las convierten en rutina.
Es fácil conseguir ilusionarse,
soñar con utopías muy distintas,
seguir por los caminos y senderos
los trozos del candor y de la vida.
Es fácil que deslumbre una mirada,
y el rojo de una rosa en la campiña,
y puede que hasta el verde de los campos
sembrado de blancura y margaritas.
Más debes de saber que tras las sombras
se ocultan los fracasos y utopías,
algunos cosechados por los hombres
y en otras ambiciones desmedidas.
Confía en el valor de la palabra
si llega hasta tu oído muy tranquila,
si tiembla con la brisa mañanera
la mano que te roza y acaricia.
No dudes de ti mismo, en ese instante,
y acude sin dudar hasta la cita,
no importa dónde estés y dónde sea,
el sitio y el lugar tendrá otra intriga.
Quizás ya no confíes en tus pasos
y tengas a las fuerzas muy marchitas,
por culpa del cansancio y del esfuerzo
y el alma desangrada en sus heridas.
Intenta resistir en esa recta,
el pecho está sangrando por la espina,
las formas y espejismos se repiten
y tratan de anular tu tentativa.
Confía en el valor de la palabra
si vienen de unos labios que te animan,
y tratan de animarte a que los sientas
y sigas su dictado día a día.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/12
y olvida las promesas y mentiras,
se dicen y prometen tantas cosas
que algunos las convierten en rutina.
Es fácil conseguir ilusionarse,
soñar con utopías muy distintas,
seguir por los caminos y senderos
los trozos del candor y de la vida.
Es fácil que deslumbre una mirada,
y el rojo de una rosa en la campiña,
y puede que hasta el verde de los campos
sembrado de blancura y margaritas.
Más debes de saber que tras las sombras
se ocultan los fracasos y utopías,
algunos cosechados por los hombres
y en otras ambiciones desmedidas.
Confía en el valor de la palabra
si llega hasta tu oído muy tranquila,
si tiembla con la brisa mañanera
la mano que te roza y acaricia.
No dudes de ti mismo, en ese instante,
y acude sin dudar hasta la cita,
no importa dónde estés y dónde sea,
el sitio y el lugar tendrá otra intriga.
Quizás ya no confíes en tus pasos
y tengas a las fuerzas muy marchitas,
por culpa del cansancio y del esfuerzo
y el alma desangrada en sus heridas.
Intenta resistir en esa recta,
el pecho está sangrando por la espina,
las formas y espejismos se repiten
y tratan de anular tu tentativa.
Confía en el valor de la palabra
si vienen de unos labios que te animan,
y tratan de animarte a que los sientas
y sigas su dictado día a día.
Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/12
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