AQUEL DÍA TEMBLABAN LAS FLORES...
Aquel día temblaban las flores
y la luz en la dulce mirada;
yo sentí estremecerse a mi cuerpo
y también las membranas del alma.
Justo entonces marcaba las doce
el reloj con su alegre campana,
y también en la iglesia, las salves,
unas voces oraban sin pausa.
Me acerqué hasta la orilla del río
para ver deslizarse a las aguas,
admirando el sereno reflejo
de los chopos que en él se estiraban.
Una sombra cruzó por los cielos,
una nube muy negra y sin pausa,
yo pensé que llegaban las lluvias
de ese cielo mandando sus lágrimas.
Pero todo quedó en esa escena,
las alondras de nuevo volaban,
y tambíén golondrinas y mirlos
y cigüeñas con manto de plata.
Más arriba dormían los justos
en su lecho de paz y bonanza,
los cipreses dejaban la sombra
y la brisa del mar su nostalgia.
Unos niños jugaban ajenos
ante el tiempo fatal que se pasa,
perseguían los sueños azules
y también mariposas de nácar.
No sabían que el mundo corría
ni tampoco que el tiempo se acaba,
y con él la inocencia y los juegos
de tan bello rincón de la infancia.
Pero todo comienza y termina,
como el día, la noche y el alba,
hasta el triste y sagrado segundo
de ese viaje a regiones lejanas.
Allí dicen que reina el silencio
y que sobran también las palabras;
es posible, y será, si lo dicen,
pues no quiero pensar en la nada.
"...Aquel día temblaban las flores
y, en los ojos, la luz desnudada,
devolvía el reflejo y cariño
de dos almas en paz, que se amaban..."
Rafael Sánchez Ortega ©
16/08/12
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