ERA UN NIÑO, COMO TANTOS...
Era un niño, como tantos,
que miraba las estrellas
las llamaba por el nombre
que guardaba en su cabeza.
Contemplaba embelesado
tanto brillo sin fronteras,
tanta nota que la noche
le mostraba en su belleza.
Una luna caprichosa
observaba, con sorpresa,
aquel niño que contaba
una a una las estrellas.
Porque el niño, con sus dedos,
las sumaba sin reservas,
a las Osas caprichosas
que asomaban tan coquetas.
Era un niño, como tantos,
un zagal de la pradera,
un juglar tan incipiente
que le hablaba a las estrellas.
"...¿Dónde vais en esta noche
si hay presagio de tormenta,
ya el oeste sopla fuerte
y las nubes son muy negras?
¿Dónde vais con vuestras luces,
estrellitas tan locuelas,
si no alumbran esos ojos
los caminos y callejas?
Las farolas están tristes
y es quizás por la galerna,
están mudas y apagadas
y no sé ni lo que piensan..."
Era un niño que soñaba
más acá de las estrellas,
temeroso y confundido
entre nieblas y cometas.
Susurraba, sin embargo,
unos versos que leyera,
unas letras encantadas
de escritores y poetas.
Unos versos recogidos
en las algas y la arena,
con rumores de resacas
y salitre de mareas.
Y narraban aventuras
de marinos y sirenas,
y de niños y de hombres
que miraban las estrellas.
Era un niño que escribía
y anotaba en su libreta,
todo aquello que pasaba
y surgía muy de cerca.
Los suspiros de los chopos,
el pasar de una gacela,
y hasta el beso compartido
de la brisa en la palmera.
¡Sueños, sueños y más sueños
escapaban dando vueltas,
en las letras de sus dedos
inocentes y tan tiernas!
¡Sueños, sueños de los niños
a los hombres de la tierra,
y que vibren y que lleven
corazones a sus metas!
"...Era un niño, como tantos,
el que hablaba a las estrellas,
con su lengua de peluche
parlanchina y tan amena..."
Rafael Sánchez Ortega ©
29/08/12
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