NO DEBE ANDAR EL HOMBRE POR LA TIERRA...
No debe andar el hombre por la tierra
sumido entre las brumas del destino,
tendrá que trabajar muy duramente
doblando la cerviz junto a los lirios.
A estos es el viento quien empuja
sus tallos a la vera de los ríos,
al hombre son las gentes egoístas
la causa de tener todo perdido.
Es fácil que los árboles no mientan,
tampoco los silencios peregrinos
de piedras y sillares castellanos
con huellas de viajeros muy distintos.
Es fácil que en la tierra se confundan
las gotas del sudor del perseguido,
con otras derramadas limpiamente
del pecho y de la frente sin un grito.
Las unas son producto de peleas,
de guerras y batallas sin sentido,
las otras del trabajo y el arado
del hombre intrascendente y campesino.
Se temen enfrentados sentimientos,
corrientes de opinión por mil motivos,
apuros y deseos de venganza
buscando la verdad de doble filo.
Se trata de ignorar lo que molesta
dejando al sentimiento adormecido,
tratando de llegar hasta la cima
de un mundo de utopía y sin cariño.
El hombre se interesa en el dinero
la llave del placer de sus instintos,
la clave de la vida de bonanza
que mata corazones y suspiros.
Ya suenan las campanas de la iglesia,
repican por el alma de los vivos,
los muertos ya descansan dulcemente
cubiertos por la manta del rocío.
Crucemos el dintel de tantas sombras,
y hagamos como hacen los mendigos,
pidamos sin dudar esa limosna
del beso y el abrazo con cariño.
"...No debe andar el hombre por la tierra
siguiendo los dictados de su circo,
prefiero que persiga a los payasos,
con lengua de cristal, como los niños..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/08/12
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