¿DE QUÉ TE SIRVE A TI, POETA, LOS APLAUSOS...?
¿De qué te sirve a ti poeta, los aplausos,
si pierdes la ilusión y la esperanza...?
¿De qué te sirve que te alaben y te digan
mil piropos si sabes que hay vacío
en las palabras...?
Déjame que te diga lo que sabes,
déjame acariciarte y cierra los ojitos
tan castaños que venero.
Luego intenta dormir, no te resistas,
te iré contando aquellas historias
que, de niño me contaron y, hablaban de estrellas,
de sirenas en la playa,
de caracolas que bailaban con las olas,
de niños que subían a las nubes en cometas,
de jóvenes que escribían sus nombres
en las cortezas de los chopos en la ribera,
de marinos sorprendidos por el mar y las galernas,
de rumores incesantes de las olas que llegaban
a dormir en las arenas de la playa,
de las tiernas margaritas que temblaban
por la brisa y el nordeste...
Déjame que te lleve hasta la puerta de la puebla,
para que veas el camino de salida con las huellas
y recuerdos que dejaron peregrinos y devotos.
Déjame que busque en tu pupila el rocío de la lluvia
que surgió de tu mirada,
déjame que roce con mis labios a esos labios temblorosos
que suplican y desean sólo un beso simplemente.
Déjame que acaricie tu cabello,
que mis dedos se ensortijen con tu pelo,
y que sueñen con que abrazan tu figura inmaculada.
Déjame estar así, acurrucado y en tus brazos,
para sentir tu corazón y sus latidos,
para aspirar y emborracharme en tu deseo,
para cruzar mis manos con tus manos
y para acallar, las miles de preguntas
que se hacen los poetas.
¡Déjame sí, estar contigo...!
Rafael Sánchez Ortega ©
03/02/13
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