NECESITO DE UN HOMBRO EN QUE APOYARME...
Necesito de un hombro en que apoyarme
y una mano que busque mis latidos,
unos labios que me hablen, sin palabras,
y unos dedos inquietos e intranquilos.
Es preciso que encuentre en el descanso
ese tiempo de paz que necesito,
y que encuentre también una mirada
que me ofrezca ternura y equilibrio.
Ha llegado la noche con las sombras
y el guerrero precisa del asilo,
olvidando recuerdos y batallas
con miserias de ciénagas y lirios.
Se confunden los sueños con las brumas
y se duermen un tanto los sentidos,
marchitadas un tanto las sonrisas
por los pasos marciales del gentío.
Es invierno y febrero simplemente,
son las doce, de nuevo, en un domingo,
y la luna se asoma, temblorosa,
entre nubes y nieve, por el frío.
Yo quisiera, sin prisa, desnudarte,
y bajar lentamente tu vestido,
dibujar en tu seno una silueta
y besar esa rosa del Olimpo.
Es muy fácil que el mundo se alborote,
y se mezclen cigarras con los grillos,
en un canto de coro y sin orquesta
y un pincel que dibuje el infinito.
Más prefiero las artes de la mente
a caricias surgidas con sigilo,
a pesar de que lleguen con los sueños
escalando murallas y castillos.
"...Necesito de un hombro en que apoyarme
y unos ojos que miren a los míos,
necesito unos labios que me besen
y mi beso que sea compartido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/02/13
y una mano que busque mis latidos,
unos labios que me hablen, sin palabras,
y unos dedos inquietos e intranquilos.
Es preciso que encuentre en el descanso
ese tiempo de paz que necesito,
y que encuentre también una mirada
que me ofrezca ternura y equilibrio.
Ha llegado la noche con las sombras
y el guerrero precisa del asilo,
olvidando recuerdos y batallas
con miserias de ciénagas y lirios.
Se confunden los sueños con las brumas
y se duermen un tanto los sentidos,
marchitadas un tanto las sonrisas
por los pasos marciales del gentío.
Es invierno y febrero simplemente,
son las doce, de nuevo, en un domingo,
y la luna se asoma, temblorosa,
entre nubes y nieve, por el frío.
Yo quisiera, sin prisa, desnudarte,
y bajar lentamente tu vestido,
dibujar en tu seno una silueta
y besar esa rosa del Olimpo.
Es muy fácil que el mundo se alborote,
y se mezclen cigarras con los grillos,
en un canto de coro y sin orquesta
y un pincel que dibuje el infinito.
Más prefiero las artes de la mente
a caricias surgidas con sigilo,
a pesar de que lleguen con los sueños
escalando murallas y castillos.
"...Necesito de un hombro en que apoyarme
y unos ojos que miren a los míos,
necesito unos labios que me besen
y mi beso que sea compartido..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/02/13
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