SI YO PUDIERA DECIRTE...
Si yo pudiera decirte
simplemente lo que pienso,
estoy seguro que tú
sonreirías al momento.
Hace falta que los hombres
se despojen de sus miedos,
y que sean como niños
y que sueñen en sus sueños.
Porque el miedo es la batalla
que se pierde en el recuerdo,
y los sueños son la vida,
de ese niño que está dentro.
Reconozco mis errores
y los dejo a barlovento
de la barca tan bravía
que me lleva por el tiempo.
Si yo pudiera decirte
simplemente lo que siento,
cesarían las angustias
que sacuden a mi pecho.
Hace falta que miremos
más allá de los luceros,
y veamos las estrellas
que musitan en silencio.
Y nos hablan sin palabras,
y nos cuentan sus misterios,
en un acto de ternura
sin igual del universo.
Reconozco que, en los niños,
es frecuente todo esto,
porque miran a la luna
y hasta escuchan a los vientos.
Si yo pudiera decirte
simplemente que te quiero,
buscaría tu cariño
y ese néctar de tus besos.
Hace falta que me quite
los laureles tan añejos,
las marchitas amapolas
enredadas en el pelo.
Porque todo es fantasía,
y aquel tiempo, ya muy lejos,
se ha quedado con la brisa,
con la nieve y el invierno.
Reconozco que los niños
son sencillos y sinceros,
porque piden con sus ojos
lo que sienten muy adentro.
"...Si yo pudiera decirte
que te amo y te deseo,
marcharía hasta tu lado
como el niño de mis versos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/13
simplemente lo que pienso,
estoy seguro que tú
sonreirías al momento.
Hace falta que los hombres
se despojen de sus miedos,
y que sean como niños
y que sueñen en sus sueños.
Porque el miedo es la batalla
que se pierde en el recuerdo,
y los sueños son la vida,
de ese niño que está dentro.
Reconozco mis errores
y los dejo a barlovento
de la barca tan bravía
que me lleva por el tiempo.
Si yo pudiera decirte
simplemente lo que siento,
cesarían las angustias
que sacuden a mi pecho.
Hace falta que miremos
más allá de los luceros,
y veamos las estrellas
que musitan en silencio.
Y nos hablan sin palabras,
y nos cuentan sus misterios,
en un acto de ternura
sin igual del universo.
Reconozco que, en los niños,
es frecuente todo esto,
porque miran a la luna
y hasta escuchan a los vientos.
Si yo pudiera decirte
simplemente que te quiero,
buscaría tu cariño
y ese néctar de tus besos.
Hace falta que me quite
los laureles tan añejos,
las marchitas amapolas
enredadas en el pelo.
Porque todo es fantasía,
y aquel tiempo, ya muy lejos,
se ha quedado con la brisa,
con la nieve y el invierno.
Reconozco que los niños
son sencillos y sinceros,
porque piden con sus ojos
lo que sienten muy adentro.
"...Si yo pudiera decirte
que te amo y te deseo,
marcharía hasta tu lado
como el niño de mis versos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
09/02/13
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