QUEDÉ MIRANDO LAS ROSAS...


Quedé mirando las rosas
para ver como lucían,
extasiado en sus colores
y sus pétalos con vida.

Y escuché tan sorprendido
todo aquello que decían,
en rumores solamente
que mandaban a la brisa.

Eran cantos y dolores
en perfecta sintonía,
con susurros imprevistos
entre llantos y sonrisas.

Y sentí como mi pecho
sin querer se estremecía,
suspirando por las rosas
que me hablaban sin espinas.

Quedé mirando las rosas
en la tarde de aquel día,
escuchando sin palabras
a las rosas intranquilas.

Y me hablaron de los niños,
de pegasos y tranvías;
los juguetes caprichosos
portadores de delicias.

Y también de los ancianos
me contaron muchas citas,
de sus ratos en el parque
con palomas y miguitas.

Porque niños y mayores
son iguales de egoístas
y precisan el cariño
la palabra y la caricia.

Quedé mirando las rosas
un buen rato todavía,
y sus pétalos siguieron
desgranándome sus rimas.

Y me hablaron en silencio
del amor y poesía,
del amante apasionado
y doncellas perseguidas.

Y también de los ausentes
y de rosas ya marchitas,
con sus pétalos cubiertos
por los versos y la tinta.

Eran lindos los escritos
de promesas incumplidas,
y eran tantos esos sueños
que quedaron en la orilla...

"...Quedé mirando las rosas
y sus lágrimas furtivas,
y lloré mientras besaba
a una rosa malherida..."

Rafael Sánchez Ortega ©
13/02/13

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