HOY ME SIENTO LIBRE PARA VOLAR...
Hoy me siento libre para volar
más allá de ataduras y recuerdos,
por los campos y mares sin fronteras
volando sin descanso y en silencio.
Las alas primerizas están rotas,
las plumas han caído por los suelos,
en ellas se quebraron ilusiones,
sonrisas cristalinas del momento.
También se malograron esperanzas,
arpegios encantados con mil besos,
y aromas penetrantes y profundos
surgidos de la tierra y de los cuerpos.
Repican las campanas de las doce,
se mueven las gaviotas por el puerto,
un gato se pasea en el tejado
y un niño vuelve a casa del colegio.
Me quedo con la eterna poesía,
aquella que nos llega de los cielos,
la misma que percibe el campesino
que siembra sin descanso en los alberos.
Me quedo con la música del arpa
que arrancan las sirenas con denuedo,
la misma que destila fantasías
mezclada con salitres marineros.
Hay golpes que resuenan en la fragua
y un yunque nos devuelve su lamento,
la tierra ya se funde con la tierra
formando los metales con el fuego.
Golpea el forjador con tanta saña
que manda los suspiros a los vientos,
de hierros y metales retorcidos
que intenta doblegar con mucho esmero.
"...Hoy me siento libre para volar
más allá de este mundo de los sueños,
oyendo la perfecta sinfonía
de un corazón que vuela hacia lo eterno..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/07/13
más allá de ataduras y recuerdos,
por los campos y mares sin fronteras
volando sin descanso y en silencio.
Las alas primerizas están rotas,
las plumas han caído por los suelos,
en ellas se quebraron ilusiones,
sonrisas cristalinas del momento.
También se malograron esperanzas,
arpegios encantados con mil besos,
y aromas penetrantes y profundos
surgidos de la tierra y de los cuerpos.
Repican las campanas de las doce,
se mueven las gaviotas por el puerto,
un gato se pasea en el tejado
y un niño vuelve a casa del colegio.
Me quedo con la eterna poesía,
aquella que nos llega de los cielos,
la misma que percibe el campesino
que siembra sin descanso en los alberos.
Me quedo con la música del arpa
que arrancan las sirenas con denuedo,
la misma que destila fantasías
mezclada con salitres marineros.
Hay golpes que resuenan en la fragua
y un yunque nos devuelve su lamento,
la tierra ya se funde con la tierra
formando los metales con el fuego.
Golpea el forjador con tanta saña
que manda los suspiros a los vientos,
de hierros y metales retorcidos
que intenta doblegar con mucho esmero.
"...Hoy me siento libre para volar
más allá de este mundo de los sueños,
oyendo la perfecta sinfonía
de un corazón que vuela hacia lo eterno..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/07/13
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