SOPLABA EL AIRE FRESCO EN EL COLLADO...
Soplaba el aire fresco en el collado
dejando sensaciones muy diversas,
el cuerpo tiritaba y no de frío,
y el alma se encogía en su alacena.
La nieve de tus ojos te dejaba
mensajes blanquecinos y de estepa,
y en ellos abundaban los mensajes
por medio de los versos y poemas.
Hablaban de los puertos tan cercanos,
de un sueño de lavanda y de azucenas,
hablaban con acento de pastores
tus ojos describiendo aquella escena.
Yo quise preguntarte muchas cosas,
y tú me respondiste con paciencia,
la luz de tus pupilas se quebraba
en medio de una noche sin estrellas.
Mirabas al ganado tan lejano
subiendo paso a paso por las cuestas,
las mismas que formaban las canales
pendientes y abundantes con sus zetas.
Buscabas las lejanas alambradas
allí, donde los dioses se recrean,
buscabas el mensaje de los cielos
y el sello inconfundible de su letra.
Había una calima en las montañas,
con nubes muy oscuras y con nieblas,
los robles se mostraban solitarios,
la fuentes goteaban su impotencia.
Entonces escuchaste las canciones
del grillo y las cigarras tan coquetas,
quedaste francamente impresionado
soñando con un coro y sin orquesta.
"...Sabías que ya estabas muy cansado
y el aire en el collado bien refresca,
entonces te tumbaste en el camino
por ver si descansaba tu inocencia..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/07/13
dejando sensaciones muy diversas,
el cuerpo tiritaba y no de frío,
y el alma se encogía en su alacena.
La nieve de tus ojos te dejaba
mensajes blanquecinos y de estepa,
y en ellos abundaban los mensajes
por medio de los versos y poemas.
Hablaban de los puertos tan cercanos,
de un sueño de lavanda y de azucenas,
hablaban con acento de pastores
tus ojos describiendo aquella escena.
Yo quise preguntarte muchas cosas,
y tú me respondiste con paciencia,
la luz de tus pupilas se quebraba
en medio de una noche sin estrellas.
Mirabas al ganado tan lejano
subiendo paso a paso por las cuestas,
las mismas que formaban las canales
pendientes y abundantes con sus zetas.
Buscabas las lejanas alambradas
allí, donde los dioses se recrean,
buscabas el mensaje de los cielos
y el sello inconfundible de su letra.
Había una calima en las montañas,
con nubes muy oscuras y con nieblas,
los robles se mostraban solitarios,
la fuentes goteaban su impotencia.
Entonces escuchaste las canciones
del grillo y las cigarras tan coquetas,
quedaste francamente impresionado
soñando con un coro y sin orquesta.
"...Sabías que ya estabas muy cansado
y el aire en el collado bien refresca,
entonces te tumbaste en el camino
por ver si descansaba tu inocencia..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/07/13
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