LA ISLA...
La isla de la cordura
tiene las horas contadas,
hay locuras gratuitas
y otras cantan la parrala.
Hay ratones en la isla
que está medio abandonada,
y hay poetas medio locos
que caminan por sus calas.
Vaya isla misteriosa
la que empleo en esta chanza,
la que trazo y configuro
con mi pluma deslenguada.
Va por ellos, dulces locos,
estas letras mal trenzadas,
trazadores de mil sueños
de la mar y la montaña.
Y es la isla donde acuden
estos versos sin mordaza,
con salitres de Gerardo
y con Cancio en su solana.
Dejo a Hierro vigilante,
a Maruri en lontananza,
con Hidalgo en el recuerdo
y a Manuel en la atalaya.
Ya sé bien que muchos locos
no se citan y que estaban,
en la isla tan curiosa,
tan distinta y refinada.
Pero siguen con nosotros,
en sus versos y palabras,
con sus huellas tan traviesas
que dejaron cual migajas.
Una ría soñolienta
nos reúne y nos separa,
de esa isla de los sueños
de poetas sin guitarra.
Porque es cierto lo que digo,
de esa música preclara,
esta dulce sinfonía
de las olas en la playa.
Una isla corta el cielo,
misteriosa y sin cigarras,
mientras brinda con su copa
de locura y sin campanas.
Porque el vino y los licores
sueltan lenguas y las calzan,
y desatan los sentidos
y pasiones en la rampla.
Yo no sé, si en esta isla,
hay cuadernos y pizarras,
más no importa si no tienen,
lo que importa son las ratas.
"...Ratoncitos escritores
de mahones y de panas,
¿dónde están vuestros poemas
que sin ellos no soy nada?..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/11/13
tiene las horas contadas,
hay locuras gratuitas
y otras cantan la parrala.
Hay ratones en la isla
que está medio abandonada,
y hay poetas medio locos
que caminan por sus calas.
Vaya isla misteriosa
la que empleo en esta chanza,
la que trazo y configuro
con mi pluma deslenguada.
Va por ellos, dulces locos,
estas letras mal trenzadas,
trazadores de mil sueños
de la mar y la montaña.
Y es la isla donde acuden
estos versos sin mordaza,
con salitres de Gerardo
y con Cancio en su solana.
Dejo a Hierro vigilante,
a Maruri en lontananza,
con Hidalgo en el recuerdo
y a Manuel en la atalaya.
Ya sé bien que muchos locos
no se citan y que estaban,
en la isla tan curiosa,
tan distinta y refinada.
Pero siguen con nosotros,
en sus versos y palabras,
con sus huellas tan traviesas
que dejaron cual migajas.
Una ría soñolienta
nos reúne y nos separa,
de esa isla de los sueños
de poetas sin guitarra.
Porque es cierto lo que digo,
de esa música preclara,
esta dulce sinfonía
de las olas en la playa.
Una isla corta el cielo,
misteriosa y sin cigarras,
mientras brinda con su copa
de locura y sin campanas.
Porque el vino y los licores
sueltan lenguas y las calzan,
y desatan los sentidos
y pasiones en la rampla.
Yo no sé, si en esta isla,
hay cuadernos y pizarras,
más no importa si no tienen,
lo que importa son las ratas.
"...Ratoncitos escritores
de mahones y de panas,
¿dónde están vuestros poemas
que sin ellos no soy nada?..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/11/13
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