NOVIEMBRE.



Es cierto que noviembre se presenta
con colores agridulces y apagados
y también con el olor de muchas flores
rodeadas de nostalgia.

Es posible que el otoño,
ya presente en estos días,
sea el cuadro y referencia
de esta imagen que recreo
y que me viene a la cabeza
en un instante.

Es posible que la música sin nombre
de las aguas
haya ido hasta la playa con su orquesta,
silenciosa e invisible,
a dejarnos los compases
de ese adagio inacabable
que perdura con el tiempo.

Es otoño, le diría, a la pregunta sin palabras,
que interrogan tus pupilas,
y es otoño en este acto y este día,
donde mueren y agonizan tantas flores
arrancadas, y compradas, con amor,
por tantas manos.

Es noviembre y es el día de los santos
y también de los difuntos,
porque es una, y diminuta,
esa línea tan sutil que los separa
y que los une, a través del calendario.

Lo que es cierto es que noviembre se presenta
como siempre,
con su carga de egoísmo y de cariño,
con el centro de atención en esos muertos,
tan queridos, que no están entre nosotros
y que viven solamente en el recuerdo
de las gentes que los aman todavía.

Lo que es cierto es que noviembre nos enseña
los pecados que llevamos en el alma,
cuando enseña los reflejos de las mismas
con los odios encerrados,
con las burlas y desprecios
a personas inocentes,
con la falta de atención a los mendigos
y más pobres,
con el uso y el abuso del dinero
que se emplea en mil regalos para el cuerpo,
despreciando a los que buscan las migajas,
los que viven día a día con penurias y miserias,
las personas solitarias y mayores
que no encuentran la sonrisa de unos labios
que respondan a los suyos.

Es cierto que noviembre se presenta de esta forma;
más también pasa en enero y en febrero,
en invierno y en verano y quizás en todo tiempo,
porque el hombre ha perdido y ha negado
la alegría de la vida,
ese lazo que le unía con su hermano y con sus padres,
con amigos y vecinos y también con forasteros...

Es posible que estas líneas, que hoy me salen,
sean fruto, solamente, de un otoño y un noviembre
que me atrapa con sus brumas y sus nieblas
de recuerdos y nostalgias...

¡Es posible...!

Rafael Sánchez Ortega ©
02/11/13


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