YO QUISIERA SENTIR...
Yo quisiera sentir entre mis labios
la gota del rocío dulcemente,
llegando en el relente de la noche
cual tierna avanzadilla de las nieves.
La gota que calmara mis sentidos
el agua de la noche que se duerme,
la nota desgajada de los cielos
llegando hasta la tierra donde muere.
Yo quisiera sentir entre mis brazos
tu cuerpo tan sensual y tan ardiente,
la excelsa melodía de la carne
que tiembla, que suspira y se estremece.
El cuerpo que deseo y me desea,
los ojos de mirada tan alegre,
la hermosa algarabía de la sangre
que corre desde el pecho hasta tu vientre.
Yo quisiera sentir entre mis manos
tus manos delicadas y calientes,
para ir a disfrutar entre las olas
del mar y del salitre de los muelles.
Las algas quitaría de tu pelo,
dejando que la brisa impunemente,
llegara y te abrazara con cariño
cerrando tus ojitos tan rebeldes.
Yo quisiera sentir entre mis dedos
el roce alborotado de tus sienes,
la sangre que te quema las entrañas
y el fuego de tu seno tan ardiente.
Quizás reprimiría los suspiros,
atento al galopar de los corceles,
del viejo corazón que me sustenta
y atiende mis locuras y vaivenes.
Yo quisiera sentirte entre mi alma
y sentir, a la vez, como tú sientes,
luchando y empleando la energía
del tiempo que se pasa y que no vuelve.
Y quisiera sentir que estás tan viva
que somos uña y carne en el presente,
que corren paralelas nuestras sendas
en busca de un amor que es para siempre.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/11/12
la gota del rocío dulcemente,
llegando en el relente de la noche
cual tierna avanzadilla de las nieves.
La gota que calmara mis sentidos
el agua de la noche que se duerme,
la nota desgajada de los cielos
llegando hasta la tierra donde muere.
Yo quisiera sentir entre mis brazos
tu cuerpo tan sensual y tan ardiente,
la excelsa melodía de la carne
que tiembla, que suspira y se estremece.
El cuerpo que deseo y me desea,
los ojos de mirada tan alegre,
la hermosa algarabía de la sangre
que corre desde el pecho hasta tu vientre.
Yo quisiera sentir entre mis manos
tus manos delicadas y calientes,
para ir a disfrutar entre las olas
del mar y del salitre de los muelles.
Las algas quitaría de tu pelo,
dejando que la brisa impunemente,
llegara y te abrazara con cariño
cerrando tus ojitos tan rebeldes.
Yo quisiera sentir entre mis dedos
el roce alborotado de tus sienes,
la sangre que te quema las entrañas
y el fuego de tu seno tan ardiente.
Quizás reprimiría los suspiros,
atento al galopar de los corceles,
del viejo corazón que me sustenta
y atiende mis locuras y vaivenes.
Yo quisiera sentirte entre mi alma
y sentir, a la vez, como tú sientes,
luchando y empleando la energía
del tiempo que se pasa y que no vuelve.
Y quisiera sentir que estás tan viva
que somos uña y carne en el presente,
que corren paralelas nuestras sendas
en busca de un amor que es para siempre.
Rafael Sánchez Ortega ©
17/11/12
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