ES CIERTO QUE YO A TI NO TE CONOZCO...
Es cierto que yo a ti no te conozco
y solo tu recuerdo me persigue,
la imagen de una niña, tan difusa,
jugando sin cesar en los jardines.
Recuerdo la carita soñadora,
tu pelo con claveles y alhelíes,
las manos embarradas y mojadas
soñando con los gnomos invisibles.
No puedo precisar, con gran detalle,
el brillo de tus ojos tan felices,
ni ahora, con el tiempo ya pasado,
los rasgos de tu cara bien sutiles.
Recuerdo, sin embargo, tu susurro,
la voz encantadora, como un mimbre,
rasgando con su tono la campiña
hablando de Penélope y Ulises.
Quedé tan sorprendido de esta historia,
que Homero fue quedando un poco triste,
perdido y olvidado en su Odisea
rozando tantos sueños imposibles.
Tu voz tan seductora subyugaba,
haciendo que olvidara mis raíces,
la brisa del nordeste de mi tierra
con olas verde azules, como añiles.
Así me transportaba, en aquel acto,
tu imagen sobre el griego y los latines,
ajeno al contenido de los libros
con garras perezosas de los buitres.
Y entonces te elevabas a los cielos
en forma de princesa tierna y virgen,
dejando tras de ti, como un suspiro,
el lago inmaculado de los cisnes.
"...Es cierto que yo a ti no te conozco
y sólo por tu voz, que no se rinde,
recuerdo aquel momento tan sagrado
haciendo que vibraran los violines..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/12/12
y solo tu recuerdo me persigue,
la imagen de una niña, tan difusa,
jugando sin cesar en los jardines.
Recuerdo la carita soñadora,
tu pelo con claveles y alhelíes,
las manos embarradas y mojadas
soñando con los gnomos invisibles.
No puedo precisar, con gran detalle,
el brillo de tus ojos tan felices,
ni ahora, con el tiempo ya pasado,
los rasgos de tu cara bien sutiles.
Recuerdo, sin embargo, tu susurro,
la voz encantadora, como un mimbre,
rasgando con su tono la campiña
hablando de Penélope y Ulises.
Quedé tan sorprendido de esta historia,
que Homero fue quedando un poco triste,
perdido y olvidado en su Odisea
rozando tantos sueños imposibles.
Tu voz tan seductora subyugaba,
haciendo que olvidara mis raíces,
la brisa del nordeste de mi tierra
con olas verde azules, como añiles.
Así me transportaba, en aquel acto,
tu imagen sobre el griego y los latines,
ajeno al contenido de los libros
con garras perezosas de los buitres.
Y entonces te elevabas a los cielos
en forma de princesa tierna y virgen,
dejando tras de ti, como un suspiro,
el lago inmaculado de los cisnes.
"...Es cierto que yo a ti no te conozco
y sólo por tu voz, que no se rinde,
recuerdo aquel momento tan sagrado
haciendo que vibraran los violines..."
Rafael Sánchez Ortega ©
20/12/12
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario