UN PAPEL HAY ENCIMA DEL TECLADO...
Un papel hay encima del teclado
con las notas sin par de una sonata,
una rosa le besa dulcemente
y una copa, a su lado, está inclinada.
Un piano, destaca con sus teclas,
reluciente, y debajo el pentagrama,
y unos dedos recorren invisibles
ese mundo de música sagrada.
Esta imagen me vuelve hacia mis sueños
al rincón tan dorado de la infancia,
hasta el tiempo pasado y ya perdido
donde fui prisionero de las hadas.
Prisionero en los juegos infantiles,
en leyendas de buenos y piratas,
y también el oyente imaginario
de la orquesta y la vida que llegaba.
Pero fueron momentos candorosos
que pasaron marcando una distancia,
la del niño asombrado ante los robles
y del hombre insensible ante las hayas.
Ahora mismo recuerdo todo aquello
y no sé transmitirlo con palabras,
una bruma me atrofia los sentidos
y mi pluma vacila entre la nada.
Yo deseo la rosa vigorosa
a la imagen, dormida y marchitada,
y prefiero la copa de buen vino
en mis labios dejándome su savia.
Y deseo la música sin nombre
a mirar unas teclas olvidadas,
y al papel con los signos misteriosos
de guarismos y graves con escalas.
"...Un papel hay encima del teclado
esperando los dedos que le faltan,
a que lleguen y arranquen los sonidos
y estremezcan los templos de las almas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/12/12
con las notas sin par de una sonata,
una rosa le besa dulcemente
y una copa, a su lado, está inclinada.
Un piano, destaca con sus teclas,
reluciente, y debajo el pentagrama,
y unos dedos recorren invisibles
ese mundo de música sagrada.
Esta imagen me vuelve hacia mis sueños
al rincón tan dorado de la infancia,
hasta el tiempo pasado y ya perdido
donde fui prisionero de las hadas.
Prisionero en los juegos infantiles,
en leyendas de buenos y piratas,
y también el oyente imaginario
de la orquesta y la vida que llegaba.
Pero fueron momentos candorosos
que pasaron marcando una distancia,
la del niño asombrado ante los robles
y del hombre insensible ante las hayas.
Ahora mismo recuerdo todo aquello
y no sé transmitirlo con palabras,
una bruma me atrofia los sentidos
y mi pluma vacila entre la nada.
Yo deseo la rosa vigorosa
a la imagen, dormida y marchitada,
y prefiero la copa de buen vino
en mis labios dejándome su savia.
Y deseo la música sin nombre
a mirar unas teclas olvidadas,
y al papel con los signos misteriosos
de guarismos y graves con escalas.
"...Un papel hay encima del teclado
esperando los dedos que le faltan,
a que lleguen y arranquen los sonidos
y estremezcan los templos de las almas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
06/12/12
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