A CAUSA DE SUCESOS IMPREVISTOS...
A causa de sucesos imprevistos
hay días en que sobran las palabras;
es posible una frase, una lectura,
y todo se transforma en la mirada.
Resuenan los corchetes, en la iglesia,
y el órgano su música resalta,
se elevan los cimbales a las nubes
cambiando su sonrisa plateada.
Susurran las sirenas con las olas
formando mil canciones con su magia,
y un manto de ternura y de inocencia
recubre de caricias a las almas.
La música que surge inalterable
la orquesta de la vida no la para,
y sigue en un crescendo interrumpido
en busca del adagio y la esperanza.
A causa de sucesos imprevistos
los niños, con sonrisas encantadas,
saludan a la luna, en los jardines,
y dan a las palomas sus migajas.
Es fácil que se escuche al buhonero
tocando el acordeón en su gabarra,
y puede que le sigan las gaviotas
al baile de las olas en la playa.
Los niños jugarán con sus cometas
en medio de los árboles y plazas,
tratando de volar mucho más alto
al cielo tan brillante que los llama.
Y mientras, la gabarra presurosa,
prosigue y continúa con su marcha,
dejándonos la música sin nombre
del viejo buhonero que la escancia.
"...A causa de sucesos imprevistos
hoy busco tus ojitos sin tardanza,
los miro con los míos fascinado
y un beso deposito en tus pestañas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/12/12
hay días en que sobran las palabras;
es posible una frase, una lectura,
y todo se transforma en la mirada.
Resuenan los corchetes, en la iglesia,
y el órgano su música resalta,
se elevan los cimbales a las nubes
cambiando su sonrisa plateada.
Susurran las sirenas con las olas
formando mil canciones con su magia,
y un manto de ternura y de inocencia
recubre de caricias a las almas.
La música que surge inalterable
la orquesta de la vida no la para,
y sigue en un crescendo interrumpido
en busca del adagio y la esperanza.
A causa de sucesos imprevistos
los niños, con sonrisas encantadas,
saludan a la luna, en los jardines,
y dan a las palomas sus migajas.
Es fácil que se escuche al buhonero
tocando el acordeón en su gabarra,
y puede que le sigan las gaviotas
al baile de las olas en la playa.
Los niños jugarán con sus cometas
en medio de los árboles y plazas,
tratando de volar mucho más alto
al cielo tan brillante que los llama.
Y mientras, la gabarra presurosa,
prosigue y continúa con su marcha,
dejándonos la música sin nombre
del viejo buhonero que la escancia.
"...A causa de sucesos imprevistos
hoy busco tus ojitos sin tardanza,
los miro con los míos fascinado
y un beso deposito en tus pestañas..."
Rafael Sánchez Ortega ©
31/12/12
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