YO RECUERDO EL SABOR DE TUS LABIOS...
Yo recuerdo el sabor de tus labios
en la tarde tranquila de otoño,
y recuerdo la dulce pupila
que brillaba sin pausa en tus ojos.
Y me pierdo en la dulce mirada
cuando miro el pasado remoto,
liberando los versos cautivos
del cuaderno cubierto de polvo.
¡Cuánto amor retenido entre ellos
con suspiros temblando de gozo!,
¡cuánta nota de música alegre
conteniendo susurros valiosos!
Yo sé bien que es un tiempo pasado,
que se mira quizás de reojo,
más presiento el abrazo sublime
y aquel beso candente y fogoso.
Los otoños pasaron, sin duda,
y las ramas perdieron su toldo,
se extendieron en lindas alfombras
por el suelo del bosque, y en cromos.
He perdido la cuenta del tiempo
pero no de tus labios sabrosos,
y resguardo en secreto aquel beso
en mi pecho y a salvo de escollos.
Contemplamos salir las estrellas
y la luna brillar como el oro,
entre nubes y alfombras brillantes
saludando quizás con asombro.
Y buscamos también el silencio
en el patio, los dos, temerosos,
y juntamos allí nuestros labios
en un beso profundo y sonoro.
Se enteraron del mismo las Hadas
y también, en el bosque, los Gnomos,
y aplaudieron sus alas divinas
las alondras detrás de los chopos.
"...Yo recuerdo el sabor de tus labios,
y con él el mensaje devoto,
porque el beso robado en la tarde
quedó en mi, cual preciado tesoro..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/12
en la tarde tranquila de otoño,
y recuerdo la dulce pupila
que brillaba sin pausa en tus ojos.
Y me pierdo en la dulce mirada
cuando miro el pasado remoto,
liberando los versos cautivos
del cuaderno cubierto de polvo.
¡Cuánto amor retenido entre ellos
con suspiros temblando de gozo!,
¡cuánta nota de música alegre
conteniendo susurros valiosos!
Yo sé bien que es un tiempo pasado,
que se mira quizás de reojo,
más presiento el abrazo sublime
y aquel beso candente y fogoso.
Los otoños pasaron, sin duda,
y las ramas perdieron su toldo,
se extendieron en lindas alfombras
por el suelo del bosque, y en cromos.
He perdido la cuenta del tiempo
pero no de tus labios sabrosos,
y resguardo en secreto aquel beso
en mi pecho y a salvo de escollos.
Contemplamos salir las estrellas
y la luna brillar como el oro,
entre nubes y alfombras brillantes
saludando quizás con asombro.
Y buscamos también el silencio
en el patio, los dos, temerosos,
y juntamos allí nuestros labios
en un beso profundo y sonoro.
Se enteraron del mismo las Hadas
y también, en el bosque, los Gnomos,
y aplaudieron sus alas divinas
las alondras detrás de los chopos.
"...Yo recuerdo el sabor de tus labios,
y con él el mensaje devoto,
porque el beso robado en la tarde
quedó en mi, cual preciado tesoro..."
Rafael Sánchez Ortega ©
10/12/12
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