RECUERDOS.
Recuerdo la pureza de tus labios
y el beso que con ellos me dejabas,
es algo que no olvido y que no quiero
perder, y que se muera en la distancia.
Tus labios parecían madreselvas
ansiosas de besar y ser besadas,
y luego descansar en el ocaso
sin tiempo de pensar en el mañana.
Recuerdo aquellos ojos tan serenos
y el libro inmaculado que mostraban,
mil frases me ofrecían presurosas,
la luz de tus pupilas sin palabras.
Tus ojos parecían dos rubíes
saciando su belleza desde el alba,
sin nubes y legañas en los mismos,
ni dudas que a los mismos empañaran.
Recuerdo aquel cabello, tan moreno,
bajando por tu cuello hacia tu espalda,
com brotes de preciosas margaritas
bañadas de blancura con su magia.
Tu pelo, sibilino y ondulante,
tenía los reflejos y la gracia,
del río que arrastraba la corriente
al borde, sin igual, de la cascada.
Recuerdo aquellas manos seductoras
con dedos juveniles que pintaban;
conservo sus trazados en mi cuerpo
y restos de pinturas en el alma.
Tus manos contenían los susurros
que luego los pinceles transmutaban,
en juegos de pasión y de deseos
con cientos de caricias añoradas.
"...Recuerdos que se pierden en el tiempo
y tienen sus raíces en la infancia,
con bellos despertares juveniles
cubiertos de rocío y de la escarcha.
Tu cuerpo juvenil, que bien conozco,
un día se marchó sin decir nada,
y sólo me dejó, con tus recuerdos,
un beso de carmín en la ventana..."
Rafael Sánchez Ortega ©
17/12/12
y el beso que con ellos me dejabas,
es algo que no olvido y que no quiero
perder, y que se muera en la distancia.
Tus labios parecían madreselvas
ansiosas de besar y ser besadas,
y luego descansar en el ocaso
sin tiempo de pensar en el mañana.
Recuerdo aquellos ojos tan serenos
y el libro inmaculado que mostraban,
mil frases me ofrecían presurosas,
la luz de tus pupilas sin palabras.
Tus ojos parecían dos rubíes
saciando su belleza desde el alba,
sin nubes y legañas en los mismos,
ni dudas que a los mismos empañaran.
Recuerdo aquel cabello, tan moreno,
bajando por tu cuello hacia tu espalda,
com brotes de preciosas margaritas
bañadas de blancura con su magia.
Tu pelo, sibilino y ondulante,
tenía los reflejos y la gracia,
del río que arrastraba la corriente
al borde, sin igual, de la cascada.
Recuerdo aquellas manos seductoras
con dedos juveniles que pintaban;
conservo sus trazados en mi cuerpo
y restos de pinturas en el alma.
Tus manos contenían los susurros
que luego los pinceles transmutaban,
en juegos de pasión y de deseos
con cientos de caricias añoradas.
"...Recuerdos que se pierden en el tiempo
y tienen sus raíces en la infancia,
con bellos despertares juveniles
cubiertos de rocío y de la escarcha.
Tu cuerpo juvenil, que bien conozco,
un día se marchó sin decir nada,
y sólo me dejó, con tus recuerdos,
un beso de carmín en la ventana..."
Rafael Sánchez Ortega ©
17/12/12
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario