YO LLEVO UN TULIPÁN EN LA SOLAPA...
Yo llevo un tulipán en la solapa
y quiero compartirlo con tus labios,
un roce de sus pétalos divinos
y un beso que te llegue sin pensarlo.
Prefiero un crucigrama a los tebeos
y pienso que reír es necesario,
más creo que afilarse los sentidos
es algo que se forja con trabajo.
Mas siento que, en cuestión de sentimientos,
el alma y la razón son dos extraños,
la una porque ansía poesía
y en cambio la razón busca sus pasos.
No quiero eternizar disquisiciones
que a nada llevarán, más que al engaño,
prefiero la sonrisa y la alegría
y el verso de unos labios espontáneo.
Yo llevo un tulipán en la solapa,
me digo ruboroso, cual corsario,
la llevo porque busco tus latidos
que ignoro y que adivino tan cercanos.
Yo sé que estás aquí, y estás presente,
y siento el corazón enamorado,
él late encabritado como un río
buscando la templanza del remanso.
Un fiero vendaval, de pronto azota,
golpea con su fuerza los tejados,
traspasa el corazón del hombre-niño,
causando gran herida su venablo.
La brisa que acaricia al moribundo,
es música celeste de un piano,
es bella partitura de los dioses,
lectura y pentagrama de los astros.
"...Yo llevo un tulipán en la solapa
y quiero que se duerma en tu costado,
le quiero con mis sueños infantiles
y el hombre que a su lado va temblando..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/13
y quiero compartirlo con tus labios,
un roce de sus pétalos divinos
y un beso que te llegue sin pensarlo.
Prefiero un crucigrama a los tebeos
y pienso que reír es necesario,
más creo que afilarse los sentidos
es algo que se forja con trabajo.
Mas siento que, en cuestión de sentimientos,
el alma y la razón son dos extraños,
la una porque ansía poesía
y en cambio la razón busca sus pasos.
No quiero eternizar disquisiciones
que a nada llevarán, más que al engaño,
prefiero la sonrisa y la alegría
y el verso de unos labios espontáneo.
Yo llevo un tulipán en la solapa,
me digo ruboroso, cual corsario,
la llevo porque busco tus latidos
que ignoro y que adivino tan cercanos.
Yo sé que estás aquí, y estás presente,
y siento el corazón enamorado,
él late encabritado como un río
buscando la templanza del remanso.
Un fiero vendaval, de pronto azota,
golpea con su fuerza los tejados,
traspasa el corazón del hombre-niño,
causando gran herida su venablo.
La brisa que acaricia al moribundo,
es música celeste de un piano,
es bella partitura de los dioses,
lectura y pentagrama de los astros.
"...Yo llevo un tulipán en la solapa
y quiero que se duerma en tu costado,
le quiero con mis sueños infantiles
y el hombre que a su lado va temblando..."
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/13
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1 comentario:
Precioso poema
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