ES DIFÍCIL ROMPER LAS ATADURAS...
Es difícil romper las ataduras
que ligan a las almas a la tierra,
sus lazos invisibles de ternura
contienen sensaciones muy diversas.
Hay unas que se pierden en el tiempo
y acercan el aroma con tibieza,
y hay otras más recientes todavía
cubiertas de amapolas y de fresas.
Se vive encadenado, muchas veces,
por culpa de recuerdos y promesas,
que entrañan compromisos del pasado
en forma de nostalgias encubiertas.
Por eso se mantienen esperanzas
que dictan los sentidos hacia ellas,
gaviotas con su vuelo muy pausado
y versos que querían ser poemas.
Los hombres precisamos sensaciones,
latidos con palabras y respuestas,
pupilas que nos miren a los ojos
y labios que suspiren muy de cerca.
Se rompe el corazón, en muchas tardes,
y en noches de ternura, tan eternas,
que incluso la pasión, siempre a desmano,
declina la ocasión de su presencia.
Las olas cantarinas acompañan
dejando su murmullo por la arena,
sus trenzas que se estiran caprichosas
nos dejan mil susurros y leyendas.
No importa el soñador que las observe,
escriben la canción de las sirenas,
resacas a los dedos temblorosos
del hombre espectador y del poeta.
"...Es difícil romper las ataduras
nacidas del amor en la conciencia,
el lazo del cariño es tan eterno
que ahonda sus raíces en la tierra..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/15
que ligan a las almas a la tierra,
sus lazos invisibles de ternura
contienen sensaciones muy diversas.
Hay unas que se pierden en el tiempo
y acercan el aroma con tibieza,
y hay otras más recientes todavía
cubiertas de amapolas y de fresas.
Se vive encadenado, muchas veces,
por culpa de recuerdos y promesas,
que entrañan compromisos del pasado
en forma de nostalgias encubiertas.
Por eso se mantienen esperanzas
que dictan los sentidos hacia ellas,
gaviotas con su vuelo muy pausado
y versos que querían ser poemas.
Los hombres precisamos sensaciones,
latidos con palabras y respuestas,
pupilas que nos miren a los ojos
y labios que suspiren muy de cerca.
Se rompe el corazón, en muchas tardes,
y en noches de ternura, tan eternas,
que incluso la pasión, siempre a desmano,
declina la ocasión de su presencia.
Las olas cantarinas acompañan
dejando su murmullo por la arena,
sus trenzas que se estiran caprichosas
nos dejan mil susurros y leyendas.
No importa el soñador que las observe,
escriben la canción de las sirenas,
resacas a los dedos temblorosos
del hombre espectador y del poeta.
"...Es difícil romper las ataduras
nacidas del amor en la conciencia,
el lazo del cariño es tan eterno
que ahonda sus raíces en la tierra..."
Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/15
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