TE VEO...
Te veo en ese lecho tan cansada,
pero tengo ganas de ti
y quiero secuestrarte,
ven conmigo y nada temas,
iremos a pasear por la ribera,
escucharemos a las olas
y nos abrazaremos bajo el manto protector
de la luna y las estrellas.
Entiendo que estás cansada,
pero sigue a mi lado, te necesito.
Quiero robar tus sueños,
desnudar tu alma, para cubrir tu cuerpo,
y acariciar esos pliegues tan hermosos,
mientras mis labios mordisquean tu piel
y mis dedos dibujan arabescos por tu espalda.
Entiendo que necesitas descansar,
que precisas ese sueño reparador,
pero quiero darte lo que guardo,
los versos incipientes de mis dedos,
las pasiones alocadas de mi corazón,
los jardines de invierno de que tanto
te he hablado,
los silencios helados de los días sin nombre
y también quiero compartir contigo el renacer
de la vida con la nueva primavera.
Siento tu respiración acompasada
y me duele despertarte;
pero lo hago.
Quiero martirizarte con mis besos,
quiero encender tu cuerpo con el roce
de mis dedos
y quiero que suspires y despiertes
para volar conmigo
y buscar los cometas de la infancia.
Siento el sudor de tu piel,
en esa lucha incesante de tu cuerpo
y de tu alma,
y entonces quiero llevarte a ese bosque
donde la niebla y la bruma no existen,
allí donde el mundo se para,
donde los relojes se detienen,
donde las nubes florecen
y donde la lluvia forma pétalos cristalinos,
con sus diminutas gotas,
para besarnos.
Quizás sientas el calor de mi verso en tu oído,
quizás añores el poema de antaño,
quizás busques por baldas y desvanes
las viejas promesas,
y, a lo mejor, hasta escuches maullar
a los gatos por las calles vacías.
Pero es y será una pesadilla, ¡sin duda!
Yo estaré cerca y velaré tu sueño,
desnudaré tus silencios con mis dedos
y elevaré tu cansancio hasta las nubes
para que, en ese hermoso lecho,
tú descanses y recibas
el cariño de mis manos.
Rafael Sánchez Ortega ©
16/04/15
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