ES UN TIEMPO SIN NOMBRE...
Es un tiempo sin nombre
y es un rostro sin alma,
son pasiones ocultas
y cariños que matan.
Es la luna que sale
y que alumbra la campa,
al compás de las flores
que se duermen y apagan.
Hay silencio en las calles
y molinos con agua
que secundan la música
que nos llega hasta el alma.
Unos gatos retozan
y reclaman su causa,
bajo el cielo sin luna
y farolas que callan.
Una iglesia en el alto
temblorosa se alza,
y vigila las tierras
mientras cantan cigarras.
Sin embargo los hombres
hoy no duermen ni hablan,
permanecen callados
y temblando sus caras.
Ha llegado la guerra
y han venido las armas,
a romper la alegría
de esta zona y sus casas.
Hay rumor de tambores
y también de batallas,
las miradas se esquivan,
los saludos se apartan.
Sin querer ha nacido
esa hoguera nefasta,
la que incita a los odios
y a los hombres remata.
Sin querer ha llegado
el ciprés y la parca,
tan sedientos de sangre
a romper esta calma.
Es un pueblo sin nombre,
(como tantos de España),
con sudor y trabajo
que empezaba en el alba.
Y las manos seguían
su tarea sin pausa,
con la azada labrando
en la eterna mañana.
El sudor de las frentes
unas manos restañan,
y las boinas protegen
las cabezas cansadas.
Más ahora una arruga
ha añadido su raya,
en el rostro sencillo
del labriego que cava.
Y una intensa tristeza
le golpea y le espanta,
al pensar en la guerra
y perder la esperanza.
"...Es un tiempo sin nombre
y una página amarga,
de los hombres sencillos
que trabajan y aman..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/03/13
y es un rostro sin alma,
son pasiones ocultas
y cariños que matan.
Es la luna que sale
y que alumbra la campa,
al compás de las flores
que se duermen y apagan.
Hay silencio en las calles
y molinos con agua
que secundan la música
que nos llega hasta el alma.
Unos gatos retozan
y reclaman su causa,
bajo el cielo sin luna
y farolas que callan.
Una iglesia en el alto
temblorosa se alza,
y vigila las tierras
mientras cantan cigarras.
Sin embargo los hombres
hoy no duermen ni hablan,
permanecen callados
y temblando sus caras.
Ha llegado la guerra
y han venido las armas,
a romper la alegría
de esta zona y sus casas.
Hay rumor de tambores
y también de batallas,
las miradas se esquivan,
los saludos se apartan.
Sin querer ha nacido
esa hoguera nefasta,
la que incita a los odios
y a los hombres remata.
Sin querer ha llegado
el ciprés y la parca,
tan sedientos de sangre
a romper esta calma.
Es un pueblo sin nombre,
(como tantos de España),
con sudor y trabajo
que empezaba en el alba.
Y las manos seguían
su tarea sin pausa,
con la azada labrando
en la eterna mañana.
El sudor de las frentes
unas manos restañan,
y las boinas protegen
las cabezas cansadas.
Más ahora una arruga
ha añadido su raya,
en el rostro sencillo
del labriego que cava.
Y una intensa tristeza
le golpea y le espanta,
al pensar en la guerra
y perder la esperanza.
"...Es un tiempo sin nombre
y una página amarga,
de los hombres sencillos
que trabajan y aman..."
Rafael Sánchez Ortega ©
21/03/13
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