HE CAMBIADO EN EL DÍA DE CUARTO...


He cambiado en el día de cuarto
y en la noche limpié las estrellas
que ya estaban cubiertas de polvo
y su luz se perdía con pena.

He dejado un rincón de la casa
silencioso en la noche que llega,
y me vengo a este cuarto tranquilo
donde intento aguantar las mareas.

¡Cuántas noches quedaron vacías
soportando mis versos y letras!
y también, ¡cuántas noches sin nombre
escuchando el candor de las teclas!

Porque el tiempo pasó en un instante
y corrieron los meses y fechas,
se apagaron las rosas tempranas
y los lirios de añil y azucenas.

Ha cambiado el entorno que miro,
más el alma suspira y lo acepta,
hoy no sé si ha salido la luna
y si lleva el vestido de niebla.

Pero siento que están en los cielos
esas lindas estrellas coquetas,
y allí están esperando la mano
que las limpie con besos de cera.

Y las dejo más bien relucientes,
al pasar sin cesar la bayeta,
mientras veo sus ojos tan tristes
y recojo mil lágrimas frescas.

Una luz se despierta brillante
y el fulgor las deslumbra y las ciega,
es la luz que traspasa las brumas
con el rayo sutil de un poema.

Se quedaron los sueños perdidos
en la infancia lejana y sin señas,
y también los poemas anclados
junto al roble viril de la iglesia.

Se quedaron los niños sin patria
y los hombres labrando la tierra,
las estrellas mancharon sus ojos
con renglones de tinta muy negra.

Yo leí sus pupilas amargas,
y sentí como nadie su pena,
porque al fin, las estrellas son niñas,
y angelitos los niños que sueñan.

"...He cambiado en el día de cuarto
y en la noche busqué a las estrellas,
intentando cambiarlas el norte
y hasta el rumbo que siguen sus velas..."

Rafael Sánchez Ortega ©
24/03/13

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