HAY NOCHES ESPECIALES Y DISTINTAS...
Hay noches especiales y distintas
en que guardan silencio las estrellas,
y los hombres las miran simplemente
conteniendo un susurro en esta escena.
Porque todo se dice sin palabras
y la vista recoge, sin reservas,
los reflejos que llegan desde el cielo
cual suspiros que vienen desde ellas.
Hay estrellas que velan y no duermen
y las hay que son musas de poetas,
las primeras atienden a los niños
y las otras se plasman en poemas.
Es así como surgen los romances
y también la pasión de las mareas,
en encuentros que surgen sin pensarlo
y en las noches que tiemblan las hogueras.
Hay un vino que espera en unos labios,
una llama que salta y patalea,
una sangre que corre acelerada
y un candor diluyéndose en las venas.
Porque el alma se llena de alegría
y precisa ese labio que le espera,
ese fuego que corre por su cuerpo
y la sangre que el pecho le golpea.
Así nacen momentos que no mueren
y recuerdos que van a la alacena,
al altar que guardamos muy adentro
y sacamos, a veces, en las fiestas.
Es muy fácil querer cuando te quieren
y escribir del amor en primavera,
cuando alumbran estrellas en lo alto
a los labios tan tiernos que se besan.
"...Pero hay noches vacías y en silencio
con las sombras supliendo a las estrellas,
y es allí, donde el hombre, en su alegría,
en la rima las crea y las inventa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/13
en que guardan silencio las estrellas,
y los hombres las miran simplemente
conteniendo un susurro en esta escena.
Porque todo se dice sin palabras
y la vista recoge, sin reservas,
los reflejos que llegan desde el cielo
cual suspiros que vienen desde ellas.
Hay estrellas que velan y no duermen
y las hay que son musas de poetas,
las primeras atienden a los niños
y las otras se plasman en poemas.
Es así como surgen los romances
y también la pasión de las mareas,
en encuentros que surgen sin pensarlo
y en las noches que tiemblan las hogueras.
Hay un vino que espera en unos labios,
una llama que salta y patalea,
una sangre que corre acelerada
y un candor diluyéndose en las venas.
Porque el alma se llena de alegría
y precisa ese labio que le espera,
ese fuego que corre por su cuerpo
y la sangre que el pecho le golpea.
Así nacen momentos que no mueren
y recuerdos que van a la alacena,
al altar que guardamos muy adentro
y sacamos, a veces, en las fiestas.
Es muy fácil querer cuando te quieren
y escribir del amor en primavera,
cuando alumbran estrellas en lo alto
a los labios tan tiernos que se besan.
"...Pero hay noches vacías y en silencio
con las sombras supliendo a las estrellas,
y es allí, donde el hombre, en su alegría,
en la rima las crea y las inventa..."
Rafael Sánchez Ortega ©
23/06/13
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