HOY TE VI, CUANDO VOLVÍA...
Hoy te vi, cuando volvía,
paseando en la ribera,
eras dulce y primorosa
y evocabas las sirenas.
Con el paso primoroso,
la mirada tan sincera,
y esos ojos que buscaban
tiovivos que den vueltas.
Hoy no hay globos de colores
ni alfileres con cometas,
y tampoco los castillos
se deslizan por la arena.
Hay rumores y susurros,
con resacas y galernas,
que tú escuchas en silencio
mientras miras la marea.
Hoy hay olas en la barra
con espumas y azucenas,
que mezclaron los salitres
entre rosas y violetas.
No distingue el horizonte
esa luz que parpadea,
y es posible, que en su llanto,
tenga lágrimas de cera.
Hoy llegaron las alondras,
como siempre tan amenas,
y también las golondrinas
con sus alas tan inquietas.
Ya se ven las mariposas
y en la noche las estrellas,
reflejándose en tu cara
sensaciones muy diversas.
Hoy sonaron dulcemente
las campanas de la iglesia,
y llamaron los relojes
a las siete a la novena.
Ya se escuchan en el alma
los tambores de protesta,
de esa sangre desbocada
que galopa por las venas.
Hoy noté que la sonrisa
no quería estarse quieta
y buscaba, entre los labios,
a tus sueños que desea.
He sentido escalofríos
y un abrazo con gran fuerza,
permitiendo que tu nombre
fuera un beso en mi conciencia.
"...Hoy te vi, cuando volvía,
tan sencilla y tan coqueta,
que sentí que ya te amaba
aunque fuera una quimera..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/06/13
paseando en la ribera,
eras dulce y primorosa
y evocabas las sirenas.
Con el paso primoroso,
la mirada tan sincera,
y esos ojos que buscaban
tiovivos que den vueltas.
Hoy no hay globos de colores
ni alfileres con cometas,
y tampoco los castillos
se deslizan por la arena.
Hay rumores y susurros,
con resacas y galernas,
que tú escuchas en silencio
mientras miras la marea.
Hoy hay olas en la barra
con espumas y azucenas,
que mezclaron los salitres
entre rosas y violetas.
No distingue el horizonte
esa luz que parpadea,
y es posible, que en su llanto,
tenga lágrimas de cera.
Hoy llegaron las alondras,
como siempre tan amenas,
y también las golondrinas
con sus alas tan inquietas.
Ya se ven las mariposas
y en la noche las estrellas,
reflejándose en tu cara
sensaciones muy diversas.
Hoy sonaron dulcemente
las campanas de la iglesia,
y llamaron los relojes
a las siete a la novena.
Ya se escuchan en el alma
los tambores de protesta,
de esa sangre desbocada
que galopa por las venas.
Hoy noté que la sonrisa
no quería estarse quieta
y buscaba, entre los labios,
a tus sueños que desea.
He sentido escalofríos
y un abrazo con gran fuerza,
permitiendo que tu nombre
fuera un beso en mi conciencia.
"...Hoy te vi, cuando volvía,
tan sencilla y tan coqueta,
que sentí que ya te amaba
aunque fuera una quimera..."
Rafael Sánchez Ortega ©
01/06/13
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