NO APRESURES, MI VIDA, TU PASO...
No apresures, mi vida, tu paso
porque veas lejana mi sombra
ni te sientas distinta y extraña
de ese aroma sutil de las rosas;
sigues siendo la lágrima alegre
del llanto nacido y que brota,
el jazmín que se inclina sin prisa
en el campo marcando las horas.
Sigues siendo, y serás, todo aquello,
lo que deja en la playa las olas,
la melena incipiente de otoño,
la sonrisa del arpa y su nota,
y serás, si tú quieres, la musa
que va al baile con brumas y aromas,
más también puedes ser esa niña,
la que busca, sin más, mariposas.
Porque tienes la gracia en tus ojos
que te deja impaciente la aurora,
la llama vibrante en tu pecho
que el fuego furioso enarbola,
la sutil curvatura en tu seno
que el dedo dibuja en su prosa
y también el suspiro del labio
que un beso llegado provoca.
Ya te busca mi mano impaciente
intentando quitarte la ropa,
y te buscan mis ojos distintos
entre medio de brumas y rocas,
y te busca el latido del alma
rompiendo sin miedo las formas
intentando arrancarte el suspiro
y ese grito fugaz de tu boca.
Yo sé bien de locuras eternas
y pasiones queriendo ser otras,
convertirse en lujurias extremas
con ribetes de mares y esponjas;
y es por eso que quiero tu cuerpo
y que ansío sentir lo que rozas,
para ser tu pasión, con la mía,
un volcán de resinas furiosas.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/06/13
porque veas lejana mi sombra
ni te sientas distinta y extraña
de ese aroma sutil de las rosas;
sigues siendo la lágrima alegre
del llanto nacido y que brota,
el jazmín que se inclina sin prisa
en el campo marcando las horas.
Sigues siendo, y serás, todo aquello,
lo que deja en la playa las olas,
la melena incipiente de otoño,
la sonrisa del arpa y su nota,
y serás, si tú quieres, la musa
que va al baile con brumas y aromas,
más también puedes ser esa niña,
la que busca, sin más, mariposas.
Porque tienes la gracia en tus ojos
que te deja impaciente la aurora,
la llama vibrante en tu pecho
que el fuego furioso enarbola,
la sutil curvatura en tu seno
que el dedo dibuja en su prosa
y también el suspiro del labio
que un beso llegado provoca.
Ya te busca mi mano impaciente
intentando quitarte la ropa,
y te buscan mis ojos distintos
entre medio de brumas y rocas,
y te busca el latido del alma
rompiendo sin miedo las formas
intentando arrancarte el suspiro
y ese grito fugaz de tu boca.
Yo sé bien de locuras eternas
y pasiones queriendo ser otras,
convertirse en lujurias extremas
con ribetes de mares y esponjas;
y es por eso que quiero tu cuerpo
y que ansío sentir lo que rozas,
para ser tu pasión, con la mía,
un volcán de resinas furiosas.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/06/13
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