TENÍA QUE ROMPER MIL SENSACIONES...
Tenía que romper mil sensaciones
venciendo las viscosas telarañas,
aquellas que quedaron con recuerdos
y restos temblorosos de nostalgias.
Debía rescatar las emociones
del pozo, sin cordel, donde se guardan,
haciendo que corrieran calle abajo
cruzando las cunetas de la plaza.
...(Pensaba todo esto, en su silencio,
un hombre bien cubierto por su capa,
un triste peregrino de la vida,
y el joven de carita enamorada).
Más solo se escuchaban los sonidos
dejados por el mar, en su resaca,
y el aria inmaculada, que en la noche,
cantaban dulcemente las cigarras.
De pronto se rompieron los silencios
por medio de unas manos delicadas,
que hacían carantoñas a la luna,
rasgando sin cesar una guitarra.
Las manos caprichosas de mi amiga
tenían en sus dedos tanta magia,
que un cuento me dejaban, sin saberlo,
los labios de su música gitana.
¡Ay viejo corazón, no te detengas!,
prosigue tu camino hacia la barra,
el puerto de la dicha está cercano
y solo te hacen falta dos remadas.
Más debo proceder con gran presteza
limpiando los salones y ventanas,
haciendo que la luz llegue hasta el fondo
de todos los rincones de mi alma.
"...Tenía que romper mil sensaciones
que llenan las vitrinas de mi casa;
tenía que temblar con tu figura,
y solo susurrarte que te amaba..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/02/14
venciendo las viscosas telarañas,
aquellas que quedaron con recuerdos
y restos temblorosos de nostalgias.
Debía rescatar las emociones
del pozo, sin cordel, donde se guardan,
haciendo que corrieran calle abajo
cruzando las cunetas de la plaza.
...(Pensaba todo esto, en su silencio,
un hombre bien cubierto por su capa,
un triste peregrino de la vida,
y el joven de carita enamorada).
Más solo se escuchaban los sonidos
dejados por el mar, en su resaca,
y el aria inmaculada, que en la noche,
cantaban dulcemente las cigarras.
De pronto se rompieron los silencios
por medio de unas manos delicadas,
que hacían carantoñas a la luna,
rasgando sin cesar una guitarra.
Las manos caprichosas de mi amiga
tenían en sus dedos tanta magia,
que un cuento me dejaban, sin saberlo,
los labios de su música gitana.
¡Ay viejo corazón, no te detengas!,
prosigue tu camino hacia la barra,
el puerto de la dicha está cercano
y solo te hacen falta dos remadas.
Más debo proceder con gran presteza
limpiando los salones y ventanas,
haciendo que la luz llegue hasta el fondo
de todos los rincones de mi alma.
"...Tenía que romper mil sensaciones
que llenan las vitrinas de mi casa;
tenía que temblar con tu figura,
y solo susurrarte que te amaba..."
Rafael Sánchez Ortega ©
18/02/14
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