ESTÁBAMOS JUNTOS...
Estábamos juntos, los dos solos,
en aquella habitación casi en penumbras;
tú estabas tumbada y a mi lado,
con la cabeza descansando en mis rodillas.
Yo acariciaba tu cara y tus cabellos
observando tu rostro tan cansado.
Pensaba en cómo habíamos llegado hasta allí,
a aquel momento único e irrepetible,
pensaba en quién de los dos pronunciaría
la primera palabra y abandonaría los sueños
para volver a la realidad,
pensaba en ti y en mi y en nuestras diferencias,
en la distancia inmensa que nos separaba,
en la falta de contacto de la sangre y los sentidos
para saber que todo aquello no era sólo un sueño.
...Pero allí estábamos los dos,
unidos nuestros cuerpos por medio de la caricia,
en un abrazo interminable,
en un roce de las manos y los dedos
hablando sin cesar el lenguaje del amor y la pasión.
Los pechos suspiraban sin cesar,
los susurros se deslizaban por el lecho,
el sudor perlaba nuestra piel
que temblaba y que gritaba con pasión y con deseo.
Estábamos juntos, los dos,
y queríamos hacer eterno ese momento,
sin pensar en el después,
sin pensar en el mañana,
porque entonces y solo entonces,
estaban hablando nuestros cuerpos
mientras las almas dormían.
Rafael Sánchez Ortega ©
03/04/12
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