POR LEJANAS MONTAÑAS SOLITARIAS..
Por lejanas montañas solitarias
avanza la tormenta del verano,
sus nubes, de color amenazante,
presagian la llovizna sobre el campo.
Yo siento que en el alma se encabritan
los duendes que han crecido desde antaño,
la lira con el canto y la guitarra
la música sin pausa del trabajo.
Es una sensación de rebeldía
producto de este tiempo que no es claro,
ahora nos agobian las preguntas
carentes de respuestas en el acto.
Recuerdo que esto mismo sucedía
en tiempos de la infancia y del pasado,
entonces sí que había esas respuestas
y el beso sugerente de unos labios.
Recuerdo que la brisa me dejaba
el beso del nordeste tan salado,
y entonces mis entrañas, sacudidas,
sentían la firmeza de su abrazo.
No creo que se evite la tormenta
que llega con sus truenos y sus rayos,
ni creo que retornen a mi vida
los besos de otros tiempos ya pasados.
Me quedo silencioso en mi cabaña
y miro hacia las nubes en su paso,
contemplo como avanzan sus colores,
los grises nubarrones con su llanto.
La eterna sinfonía de los cielos,
que baja con la lluvia a nuestro lado,
el dulce escalofrío de la tierra
que el agua la empareja con el barro.
Yo creo que en la tierra se atesoran
raíces de tormentas en sus tallos,
sin frases balbucientes en respuestas
que lleven a quebradas y barrancos.
Espero que las almas se perdonen
y rían como ríen los hermanos,
compartan la alegría de la fiesta
y acepten la otra mano sin engaño.
"...Por lejanas montañas solitarias
ya llega la tormenta con enfado
la miro y no la temo, en este instante,
¡el beso de la lluvia es mi regalo...!"
Rafael Sánchez Ortega ©
30/04/12
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