PEQUEÑO RINCÓN DEL ALMA...
Pequeño rincón del alma que guarda los sentimientos.
Yo acudo a ti a ver los míos,
a buscar esos que deben estar ahí,
hacinados y angustiados,
pendientes de esa mano que vaya a rescatarlos
de la oscuridad,
¡mi mano!...
Y allí están y los encuentro,
inquietos como nacieron,
latiendo apresuradamente,
deseosos de ver la vida,
de comerse el mundo,
de salir a los labios,
de brillar en los ojos,
de buscar a la persona amada y rodearla con su mensaje,
aquel por el cual nacieron en su día.
Aquel por el cual crecieron y sufrieron
y aquel por el que también fueron guardados
celosamente en ese rincón tan especial del alma.
Pero al abrir la puerta algunos han empezado a salir
y no puedo volver a meterlos de nuevo.
Ya no quieren y han dado los primeros pasos
en su nueva libertad.
No soy dueño de su destino ni de sus actos.
¿Adónde irán ahora?,
¿a quién acudirán?,
¿a ti, amada mía, a quién tanto amé y nunca te lo dije?,
¿o marcharán lejos?...
No lo sé. No tengo la respuesta.
Quizás nunca debí abrir ese rincón del alma.
Quizás debí dejar que la sombras fueran
el único manto que tuvieran.
Quizás, sí, quizás...
Rafael Sánchez Ortega ©
14/04/12
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