NO SIEMBRES DE CIZAÑAS LOS JARDINES...
No siempres de cizañas los jardines
y deja que florezcan los rosales,
es bueno contemplar la primavera
llegar con sus colores y su sangre.
La vida es una eterna carambola
que mueve sus cometas en el aire,
los cruza y los descruza en varios tiempos
y traza mil dibujos infernales.
Es bueno conservar esa esperanza
mezclada con los sueños de la tarde,
en medio de la paz y la pradera
oyendo los susurros de los árboles.
Si logras escuchar tanta alegría
tendrás la melodía más amable,
las notas de la tierra que musitan
la música sin nombre de los valles.
Separa el trigo limpio y la maleza,
desbroza los espinos y escajales,
y quema todo ello en una hoguera
formando nuevos huertos sin ramajes.
Así podrás sentir como reviven
las ondas de los campos y trigales,
y vuelven esas olas sin espuma
a ser las sinfonías de otros mares.
En ellos, no es el agua el epicentro,
la tierra con su savia es lo que vale,
semillas que han nacido en primavera
y ofrecen esos frutos singulares.
Por eso no permitas la cizaña,
no empañes con su sombra los cristales,
mantén la celosía en tu ventana
abierta con tu puerta en el socaire.
Se ven las margaritas de febrero
nacer y hasta estirarse con su talle,
se ve a jovencitas quinceañeras
pasar con sus vestidos para el baile.
¡Ay dulce juventud dónde te has ido!,
yo quiero retenerte en este viaje,
y quiero que estremezcas con tus besos
los labios temblorosos que me arden.
Rafael Sánchez Ortega ©
22/04/12
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