ALLÁ, DONDE SE JUNTA LA RIBERA...


Allá, donde se junta la ribera,
con frescos manantiales y con lirios,
se funde el corazón de los amantes
y el alma ilusionada de los niños.

Es cierto, que el frescor de la mañana,
alivia dulcemente del rocío,
caído por la noche entre los campos
y en bosques con perfiles amarillos.

Se nota que es invierno nuevamente,
y tiemblan los helechos con sigilo,
movidos por la brisa turbadora
que sube de los mares a los ríos.

Ya vuelan los gorriones por el parque
y dejan  el lenguaje de sus trinos,
la acequia, dulcemente, se desborda
y el agua nos ofrece mil suspiros.

Y mientras los amantes se despiertan
resuenan los cercanos villancincos,
las luces de colores se han quitado
y el árbol navideño se ha dormido.

Me quedo con los niños, en sus sueños,
y trato de emularlos y seguirlos,
allí por las campiñas y solanas,
detrás de caserones muy sombríos.

Resuenen las persianas de las casas
abriendo las ventanas al Olimpo,
es fácil que se busque a los atlantes
en ese balbuceo del dormido.

Es fácil que los niños los ignoren
y quieran del Olimpo el Paraíso,
por contra los amantes los añoran
y sienten la carencia de los mismos.

Ignoro donde está la equidistancia
y tengo pensamientos muy distintos,
recuerdo aquella edad de la inocencia
y el salto hacia el amante convencido.

Ahora que las aguas se serenan
y puedo concederme este respiro,
me digo que la Luz está en las almas
y el cráter del volcán es un alivio.

Los hombres ceden paso a las pasiones,
sucumben a deseos infinitos,
y todo porque creen en sentimientos,
promesas y palabras de cariño.

Los niños se presentan como héroes,
salidos de relatos y castillos,
y juegan muy ajenos a la vida
o cambian Dulcineas por molinos.

"...Allá, donde se funde la ribera
y el alma y corazón que perseguimos,
los hombres por un lado, se enamoran,
los niños, sin embargo, son más niños..."

Rafael Sánchez Ortega ©
17/01/13

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