NUEVE LUNAS...
Nueve lunas han pasado
en un vientre florecido,
la simiente prodigiosa
y el almíbar infinito.
Y de pronto las cigarras
dejan cantos con los grillos,
y sorprenden los gorriones
con sus vuelos y sus giros.
Nueve meses de aquel acto
de ternura y de cariño,
con entrega generosa
y plagada de suspiros.
Se recuerda aquel momento,
la bajada del vestido,
el abrazo cariñoso
y el instante decisivo.
Nueve lunas simplemente
eclipsadas en su brillo,
por la flor tan generosa
que ha brotado y ha crecido.
Y las lunas compartieron
los momentos exquisitos,
de una madre y su tesoro
ante el dulce desafío.
Nueve meses con las rosas
y temblando como lirios,
unos ojos maternales
han soñado con su niño.
Y resuenan las campanas
y se mueven los molinos,
mientras surge en las pupilas
unas gotas de rocío.
Nueve lunas con estrellas,
con diamantes y zafiros
y una brisa que estremece
y que altera los sentidos.
Porque sobran las palabras,
los momentos imprecisos,
y es la hora del salitre,
del nordeste y el marino.
Nueve meses de miradas
y susurros con motivo,
por el ser y la simiente
de ese cuerpo tan sencillo.
Ya se acerca el desenlace,
el momento decisivo,
de tocar con esos dedos
este cuerpo tan bendito.
Nueve lunas con un nombre
en los labios retenido,
que al mirarlas palidecen
como el lecho de los ríos.
Y hasta sobran las estrofas,
y los versos y los himnos,
por la fuerza arrolladora
de esta vida que ha surgido.
Nueve meses, noche a noche
día a día, en femenino,
la mujer, que ha sido madre,
tiembla un poco y no de frío.
"...Nueve lunas han pasado
y no sé dónde se han ido,
más no importan a la madre
que se abraza con su niño..."
Rafael Sánchez Ortega ©
27/01/13
en un vientre florecido,
la simiente prodigiosa
y el almíbar infinito.
Y de pronto las cigarras
dejan cantos con los grillos,
y sorprenden los gorriones
con sus vuelos y sus giros.
Nueve meses de aquel acto
de ternura y de cariño,
con entrega generosa
y plagada de suspiros.
Se recuerda aquel momento,
la bajada del vestido,
el abrazo cariñoso
y el instante decisivo.
Nueve lunas simplemente
eclipsadas en su brillo,
por la flor tan generosa
que ha brotado y ha crecido.
Y las lunas compartieron
los momentos exquisitos,
de una madre y su tesoro
ante el dulce desafío.
Nueve meses con las rosas
y temblando como lirios,
unos ojos maternales
han soñado con su niño.
Y resuenan las campanas
y se mueven los molinos,
mientras surge en las pupilas
unas gotas de rocío.
Nueve lunas con estrellas,
con diamantes y zafiros
y una brisa que estremece
y que altera los sentidos.
Porque sobran las palabras,
los momentos imprecisos,
y es la hora del salitre,
del nordeste y el marino.
Nueve meses de miradas
y susurros con motivo,
por el ser y la simiente
de ese cuerpo tan sencillo.
Ya se acerca el desenlace,
el momento decisivo,
de tocar con esos dedos
este cuerpo tan bendito.
Nueve lunas con un nombre
en los labios retenido,
que al mirarlas palidecen
como el lecho de los ríos.
Y hasta sobran las estrofas,
y los versos y los himnos,
por la fuerza arrolladora
de esta vida que ha surgido.
Nueve meses, noche a noche
día a día, en femenino,
la mujer, que ha sido madre,
tiembla un poco y no de frío.
"...Nueve lunas han pasado
y no sé dónde se han ido,
más no importan a la madre
que se abraza con su niño..."
Rafael Sánchez Ortega ©
27/01/13
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